•  
  •  
  • Inicio
  • /Archivo por categoría ' Boletín Dominical '
  • /Página 16

Archive For: Boletín Dominical

Domingo 8 de junio 2014

Tumb_01Junio2014Adorar es abandonarse totalmente en las manos de Dios

La oración es muy importante en la vida de un cristiano. Ella es la que da el engrase a la armadura de Dios, dice la escritura “vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:11-18).Entonces la oración es como el aceite que se pone en una bisagra para aflojar y facilitar su funcionamiento.

La adoración es una de las múltiples aristas de la oración. Adorar es llegar a ese punto donde todo pierde importancia frente a la grandeza de Dios. Es entregarse por completo, como sacrificio ante su altar. Es entender que en su regazo es donde se encuentran la alegría y la verdadera paz, la certeza y la seguridad. Es descubrir que El Señor es nuestra riqueza verdadera y nada se le compara.

David llegó a ese nivel de entrega, por eso afirmó: “Es mejor pasar un día en tus atrios que vivir mil días fuera de ellos. ¡Prefiero estar a la puerta de tu templo, oh Dios, que vivir en las mansiones de la maldad!” (Salmo 84:10).

Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a Isaac, su heredero, su futuro, su sueño. Su entrega fue total, porque él conocía de cerca al Dios que lo sacó de Ur y le dio todas sus riquezas estando en tierras montañosas y no en el valle verde.

En Getsemaní, Jesús dijo: “…si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Su sacrificio en la cruz fue un acto de adoración al Dios Padre, en favor de toda la humanidad.

En los últimos días, la comunidad internacional ha sido impactada por la historia de Mariam Ishaq, una sudanesa de 27 años condenada a morir en la horca, por no renunciar a su fe en Cristo.

“No me rindo ante otros dioses, porque amo al único y verdadero Dios”, ha dicho esta joven madre. Su voz sacude la conciencia de los cristianos light, que se venden por cualquier cosa, y no están dispuestos a pagar el precio.

Muchos son llamados y pocos los escogidos. Sólo aquellos que no negocian su fe son parte del remanente de Dios.
¿A quién adoras? ¿Tu vida es un sacrificio ante quién? ¿Te rindes ante las cosas pasajeras del mundo que te rodea o estás dispuesto a ponerlo todo en las manos del Altísimo?

Pastor Samuel Olson

Prédica dominical
Ver video | Descargar audio

Leer más →

 

Domingo 1 junio 2014

La Oración Como Arma (Parte II)Thumb_01062014

Seguimos estudiando el arma de la oración como la parte final del Efesios 6, en los versículos 18-20: «orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.«. La oración viene a ser como el engrase de la armadura, la oración es una forma de abrirse delante de Dios, de poner el corazón y expresar lo que necesite ser expresado. Es así que Dios oye la oración y es bueno, misericordioso, clemente, poderoso, justo. Él no sólo oye sino que responde (en su tiempo) cada oración.

De esta manera, podemos estar seguros que Dios existe, Él es un Dios con el que podemos comunicarnos y en esa comunicación Él puede corregirnos, enseñarnos y hacer cosas grandes, entonces podemos orar en todo tiempo, en todo lugar y con toda clase de oración ya que Él está siempre presente para los que le invocan.

Hemos venido aprendiendo sobre la confesión de pecados, la súplica, el agradecimiento y el orar con la palabra. Ahora añadiré tres elementos más: el primero es la intercesión, hay un intercesor número uno, que venció la muerte, se sentó a la diestra del Padre y pide por ti de día y de noche, te ha salvado en muchas situaciones, te ha rescatado haciéndote parte de su rebaño e intercede por ti. Ese intercesor es Jesús y una vez que estamos en su rebaño nos enseña a interceder por otros. Practica la oración de intercesión que es eficaz y poderosa.

El segundo elemento es la oración de fe, es la que hace una persona creyendo, es orar con esa certeza de lo que se espera y con la confianza de lo que no se ve. Ore con fe y crea que Dios está oyendo, el puede hacer milagros. Ore sin dudar, con la confianza de que Dios, es un Dios Todopoderoso y Él hará.

El último elemento de esta enseñanza es la alabanza, aprendiendo a alabar al Señor en todo tiempo, no pierda la bendición de alabarle en todo tiempo, si no sabe hacerlo, puede hacerlo leyendo y declarando el Salmo 150, por ejemplo, con determinación y en el Espíritu, diga: “Alabad a Dios en su santuario; Alabadle en la magnificencia de su firmamento. Alabadle por sus proezas; Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza. Alabadle a son de bocina; Alabadle con salterio y arpa. Alabadle con pandero y danza; Alabadle con cuerdas y flautas. Alabadle con címbalos resonantes; Alabadle con címbalos de júbilo. Todo lo que respira alabe a JAH. Aleluya”.

Pastor Samuel Olson

Leer más →

 

Domingo 25 de mayo 2014

El Arma de la Oración

Se han venido trabajando las armas del Espíritu, aprendiendo a vestirse con ellas en los momentos difíciles, como lo dice Efesios 6:13-18 “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.

El cristiano debe ser íntegro y veraz. La esencia de la vida del cristiano debe ser la justicia y saber que en Cristo ha sido justificado en la fe por medio de Él. La persona que ha decidido ser discípulo de Cristo, debe buscar la paz, hacer la paz, por ello debe  “tomad el yelmo” como lo dice Pablo, que es el que protege la vida, la mente, la forma de pensar y la salvación, entonces vive con la esperanza de que es salvo eternamente, que en un momento se encontrará con el Señor porque Él lo hizo salvo, además que es quien pone el querer que otros sean también salvos.

Por otra parte, todos los cristianos son tentados, todos se pueden encontrar en situaciones difíciles en momentos determinados de la vida donde tirarían la toalla, pero Pablo dice ¡No! “Toma el escudo de la fe”, y es allí donde puede decir  “no seré vencido, no seré destruido”.

Asimismo, como parte de la armadura está la espada que es “la palabra del Espíritu, que no es otra que la palabra de Dios”. Ésta entra a lo más íntimo logrando que la mente sea transformada, ajustándose al pensamiento de Dios.

Pablo afirma en la carta a los efesios que debemos estar “orando en todo tiempo”, lo que significa que el arma de la oración es la que llena, da consistencia y poder a todas las demás armas. Cuando se ora, se está conversando con Dios y paralelamente el Espíritu Santo se mueve dentro de la persona, le da poder y enjuga todo el ser en el Espíritu.

El tiempo de oración es importante, si se quiere la presencia de Dios en la vida, se debe tener un momento dedicado a la oración, en la casa, la habitación, una plaza o cualquier lugar; no es difícil orar con regularidad, ni abrir el corazón a Dios.

Hoy quiero que revisemos algunos elementos que puede tener la oración. El primer elemento es la confesión del pecado y en esta parte se debe tener presente que “Él es fiel y justo para perdonarnos de nuestros pecados, de nuestra maldad”, ¡Óyelo! Acepta que el Señor te perdona, ¡Estás perdonado!. Como segundo elemento de la oración es la petición, que es pedirle algo al Señor bajo la confianza que “Él sabe lo que necesitas”. En la petición no debemos ser arrogantes, más bien debemos ser humildes y pedir lo que necesitamos; a veces una y otra vez, ser perseverantes y continuo en el ruego. El tercer elemento que puede tener la oración es el agradecimiento, ser agradecido con Dios por lo que ha hecho, dar gracias porque se puede leer aún estas líneas y entenderlas.

Si no estamos seguros de como orar, una forma o guía puede ser orando la palabra, por ejemplo en 1 de Pedro 5:7 dice: “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”, partiendo de este texto bíblico podríamos orar así: “Señor esta es mi angustia, pongo sobre ti mi angustia y hablo contigo porque sé que tú me vas a ayudar”. Si eres capaz de realizar esa oración, acabas de hablar con Dios, confesaste tu pecado, hiciste tu súplica, fuiste agradecido y aprendiste a orar con la palabra.

Con estos elementos podrá orar por una hora y seguramente se te irá la hora. Quizás puedas orar en el Espíritu que significa orar con el corazón, como el Espíritu mora en  dentro de usted y tiene la capacidad de poner en oración lo que Él desea, su espíritu se compaginará con el Espíritu de Dios, y quedará sorprendido, algunas veces no sabrá qué orar pero las palabras brotarán porque hablará desde la profundidad, para esto debe cultivar la oración.

Pastor Samuel Olson

Culto Dominical

 

Leer más →

 

Domingo 13 de abril de 2014

Thumb_13Mar2014

Resistiendo los ataques del enemigo

Nosotros como todos los humanos, somos frágiles, por eso, para librar nuestras batallas contra el maligno, sólo necesitamos utilizar las poderosas y efectivas armas de Dios: Oración, Fe, Esperanza, Amor, La Palabra de Dios y El Espíritu Santo. Estas armas pueden destruir el argumento del orgullo humano que se levanta contra Dios y los muros que Satanás construye para que no encontremos al Señor.

Podríamos vernos tentados a utilizar nuestras propias armas, pero nada puede derribar esas barreras sino las armas de Dios. “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad y vestidos con la coraza de justicia, calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”. (Efesios 6: 14-17).

¿Cómo lo logramos? Ciñendo nuestra cintura con la verdad, creyendo que Jesucristo es el principio y el fin de todas las cosas, el que corrige,  sostiene, fortalece y quien dirige nuestros pensamientos al enfrentar situaciones difíciles. Cubriéndonos con la coraza de la justicia, siendo justos en nuestra manera de vivir y siendo justificados en Cristo crucificado para que tengamos contacto con Dios y caminemos junto a El, aceptando y perdonando nuestros pecados. Siendo íntegros, justificados con la justicia de Dios que es la coraza de la justicia.

Calzados los pies con celo, en la necesidad de anunciar el evangelio de la paz como cristianos; la paz que Dios nos da para que seamos embajadores, voceros de Cristo, y para hacer la paz y no la violencia. Ante situaciones como las que enfrentamos actualmente es prioritario que nuestro sí sea sí y nuestro no sea no. Debemos ser íntegros y coherentes con nuestro ser cristianos en cada momento de nuestras vidas. Tenemos la responsabilidad de anunciar la paz de Cristo. Cuando nos llenamos de preocupaciones y desaliento ante las situaciones adversas, cuando no encontramos respuesta a lo que acontece y nos dejamos llevar por el engaño, las dudas y los errores, somos proclives al dardo del maligno. Debemos estar en paz, porque nuestro asidero, nuestro escudo es Dios. Estamos en paz, en la verdad y en la justicia. Lo que nos rodea no nos doblegará porque sabemos cuál es nuestra verdad y tenemos el escudo de la fe. Estoy en Cristo quien me protege, el es mi poder, mi fortaleza, mi paz. Levanto el Escudo de la fe, lo que me sostiene y llena a quienes me rodean, porque los ayudo a estar de pie. Les enseñamos a estar en el poder de la Fe y no en el de la carne.

“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría”. (1 Pedro 4: 12-13). Vivimos en un mundo en el cual tenemos que resistir los ataques del maligno, pero ya hemos vencido al mundo porque no vivimos en la carne sino en el espíritu. Si resistimos al maligno, él huirá de nosotros. Si estamos fortalecidos en la verdad, la justicia, la palabra de Dios y el Espíritu Santo, no caeremos en sus trampas. Cuando Jesús estaba en el desierto y fue tentado por el diablo, podía convertir la piedra en pan, pero Nuestro Señor superó ese tiempo de prueba, demostrándonos que es realmente el Hijo de Dios, capaz de superar toda tentación. “Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás”. (Mateo 4:10).

¿Cuál es tu escudo de fe? La palabra. Ella nos da fuerza y seguridad. Cuando David se enfrentó a Goliad, armado con escudo y lanza, él sólo llevaba consigo el nombre de Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel, a quien Goliad había provocado. El Señor es nuestra fortaleza. “Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo. Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendecia la casa de tu siervo para siempre”. (2 Samuel: 7:28-29)

Pastor Samuel Olson

Leer más →

 

Domingo 6 de abril 2014

Thumb_06Mar2014 Agua de vida

En el Evangelio de San Juan, capítulo 4, encontramos la narración del encuentro de Jesús y la samaritana, el cual se desarrolla en medio de un clima de oposición a Cristo, por parte de los fariseos que estaban molestos por la popularidad de Jesús y el contenido de su mensaje, el cual contradecía muchas de las enseñanzas de ellos. Como Jesús recién iniciaba su ministerio, no quiso enfrentarlos abiertamente, sino que abandonó Jerusalén y se dirigió al norte de Galilea. Samaria, la capital, había caído en manos de los asirios, quienes deportaron a
muchos judíos y llevaron extranjeros para que se establecieran allí y contribuyeran a mantener la paz. Del matrimonio de éstos
con los judíos, surgió una raza mixta, los samaritanos, considerada impura por los judíos puros que habitaban Judá, y quienes evitaban pasar por Samaria cuando iban de viaje, optando por una ruta más larga, de hasta 14 horas de viaje, cuando el trayecto más directo se podía hacer en unas 5 horas.

Jesús no tenía motivos para vivir con esas restricciones culturales, religiosas y tomó el camino de Samaria llegando a Sicar. “Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. (…) La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.” La samaritana no entendía lo que ÉL le decía, a lo cual Jesús le señaló: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed, más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá
sed jamas; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. (Juan: 4: 6-10,13,14).

Jesús acudió a Samaria para cumplir toda buena obra, para que el cautivo fuera libre, el corazón quebrantado sanara y hubiera buenas nuevas de salvación. Tenía que cumplir el propósito de Dios;
fue al lugar indicado porque allí establecía su poder la discriminación, la soledad, la humillación, el razonamiento que se convierte en mecanismos de defensa y que impide que las vidas sean bendecidas. La samaritana tenía prejuicios de vinculación, necesidades profundas, existenciales, tenía
dolor en su corazón, conceptos religiosos confusos y una vida espiritual indebida; pero también tenía una enorme necesidad de un encuentro con Dios. Necesidad de afecto, de aceptación, de seguridad, de amor. Ese encuentro extraordinario, hermoso, que cambio por completo la vida de la samaritana
lo puede tener Ud. hoy; y en adelante, su manera de ser, de sentir, de actuar, ya no será consecuencia de su querer y hacer, sino que irá de la mano de Dios, bajo su presencia y su dirección. Es necesario, entonces, que en medio de este escenario convulsionado en el que estamos, en un mundo extraño,
en un lugar de anarquía como era Sicar en aquel tiempo, lleno de amargura, enfrentado a la religiosidad depredadora del alma que va socavando su vida y espíritu, busque el agua viva que le ofrece Nuestro Señor; y así como la samaritana a quien Jesús le dijo que podía beber del Agua de vida, Él te dice a ti que eres único, especial, que te ama con ese amor que borra el pecado y nos llena
de fuerza, de gracia, de virtud. Él tiene el poder de cambiar tu vida y darte de beber agua en abundancia. Díle al Señor, hoy, que quieres beber de esa agua viva, agua de salud, de sanidad, de orientación en su vida. No importa los problemas que estés experimentando, ni la situación difícil por la que atraviesas, ni las decisiones que te han apartado de tu familia y de una vida sana;
Jesús te recuerda que Él ha venido para que tengas vida eterna y vida en abundancia.

Hoy, abre tu corazón a Jesús, escribe ese compromiso que no has tomado y que tantas veces has postergado, y entrégale tu corazón, tu vida a Cristo Jesús. Él te dice que arrancará las raíces amargas de tu vida, para que vivas sin odio, sin rabia, sin miedo y bajo la presencia de Dios. Abre tu corazón
e invítalo a ser El salvador de tu vida.

Pastor Santiago Montero

Leer más →

 

Domingo 30 de marzo 2014

Thumb_30Mar2014EL REMANENTE FIEL

Por su pecado y desobediencia, el pueblo de Israel fue advertido durante siglos de sus pecados y de la necesidad de transformación; sin embargo, la mayoría desobedeció y sólo un pequeño remanente fue fiel. El pueblo israelita no se arrepintió y el rey de Babilonia, Nabucodonosor, se levantó contra ellos y destruyó a Jerusalén, llevándose todas las cosas de valor material y a todo su pueblo como cautivos. Aunque no todos eran pecadores, todos fueron llevados a Babilonia, donde permanecieron separados de su tierra durante más de 70 años. A este pueblo le costó mucho volver a la palabra de Dios para la reconstrucción de todo el estamento cristiano: los valores, las costumbres, la forma de actuar y pensar en sociedad. Habían llegado a creer que lo más importante era el templo y no la palabra de Dios. Generalmente es después de una fuerte acometida que podemos reconstruir un pueblo, un país.

Nabucodonosor tuvo un sueño que lo aterró, tanto, que llamó a todos los hechiceros y magos para que se lo descifraran, pero ninguno pudo hacerlo. Entonces, mandó a llamar a Daniel. “Daniel respondió delante del rey diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos, ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y Él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postrero días”. (Daniel 2: 27-28). Daniel se fue a su casa y pidió a sus amigos: Ananías, Misael y Azarías, que oraran para implorar la misericordia de Dios del cielo sobre ese misterioso sueño, a fin de poder interpretarlo y no ser ejecutado como todos los anteriores adivinos. Daniel era un hombre de Dios, que se mantenía puro, que rechazó todo aquello que podía contaminarlo, como las costumbres de la corte, los manjares y los rituales. Se alejaba de las tentaciones y se enfocaba en crecer y hacer en Dios y para Dios. Al llegar el día en el que Daniel revelaría el sueño al rey, lo hizo junto con sus amigos Sadrac, Mesac y Abed-nego, quienes también se mantenían puros. Daniel le mostró el contenido del sueño al rey, describiendo todo lo que sucedería en los siguientes 2.500 años, entre otros hechos las alianzas de todas las naciones. Cuando el rey escuchó la interpretación se asombró tanto que puso a Daniel por encima de todos los demás integrantes de la corte y a sus tres amigos a dirigir las provincias y la administración de reino. Además, decidió no ejecutar a los adivinos y hechiceros que no habían logrado interpretar el sueño. Sin embargo, Nabucodonosor pronto se olvidó de todo lo que Daniel le había dicho y mandó a construir una gran estatua de oro y pidió a todo el remanente que se encontraba en tierra ajena, que se postrara ante el ídolo.

Pero ni Sadrac, ni Mesac, ni Abed-nego lo obedecieron, porque no se doblegarían ante ninguna cosa o persona que se cree Dios. En respuesta a la negativa de estos hombres, el rey ordenó que los arrojaran al horno de fuego. “Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre ese asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”. (Daniel: 3:16-18)

Quien sabe quién es su Dios, no se arrodilla ni se dobla ante ídolos ni imágenes construidas por el hombre. Fueron categóricos al negarse a hacer lo que el rey les ordenaba y se les arrojó al horno de fuego después de ser atados. Cuando el rey se asomó a ver como se asaban, vio a 4 hombres desplazándose libremente entre el fuego sin sufrir daño alguno; el aspecto del cuarto hombre era
semejante “a hijo de los dioses”. Entonces Nabucodonosor ordenó a Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, que salieran del fuego. “Ahora yo, Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y Él puede humillar a los que andan con soberbia”. (Daniel4:36).

Espiritualmente, al enfrentar las realidades del ser humano a nivel personal, como Iglesia, como integrantes de un país, si queremos que ese Dios de Daniel sea nuestro Dios, tomemos en cuenta que
hemos sido llamados como un remanente al que Dios librará de toda maldad, de toda idolatría, de toda práctica que vaya en contra de nuestro ser cristianos, de todo aquello que nos separe de Dios y de la historia que con Él se ha construido en este país. ¡Declaramos que Venezuela es territorio de Dios!

Pastor Samuel Olson

Leer más →

 

Domingo 23 de marzo 2013

Thumb_23Mar2014

VESTÍOS DE TODA LA ARMADURA DE DIOS

Los cristianos contamos con poderosas armas para derribar argumentos que  tiendan a debilitarnos o convencernos con falsas premisas. Al permitir que nos ataquen con herramientas al servicio
del mal, argumentaciones forjadas en la mentira y debilitarnos frente a las acechanzas del maligno, somos proclives a caer en confusión, incertidumbre, discordia, mentira, maldad o indiferencia y nos apartamos de Dios. Nos llenamos de cinismo o amargura, e impactamos nuestra conducta transformándonos en violentos.

“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz”. (Efesios 6: 13-15). ¿Cómo podemos enfrentar los ataques del mal? El Apóstol Pablo nos dice que debemos repeler esos ataques con las armas que Cristo nos ha dado, especialmente sometiendo nuestro pensar y nuestro actuar en obediencia a Él y protegiéndonos con el escudo de la fe, con el cual rechazaremos los dardos de fuego que incesantemente nos arrojan las huestes del mal y vistiéndonos con el yelmo, con la armadura de la salvación, y la espada del Espíritu Santo, que es la palabra de Dios. Así, preparados para librar esa batalla, nada vil, malo o destructor nos desanimará porque en Cristo soy más que vencedor. Cristo es el comienzo de nuestro pensamiento, el argumento más poderoso, nuestra realidad interna. Cristo vive en mí, me arraigo en Él, porque venció el pecado, la muerte y resucito para estar al lado del Padre. Él es mi redentor, mi realidad, mi roca fuerte. Es mi sostén, mi libertador. ¡Cíñete con la verdad de Cristo!

“Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”. (Efesios 6: 16-17).
Vestidos con la coraza de la justicia, Él es nuestra equidad, nuestra rectitud, quien nos hace a su medida y semejanza. Él nos guiará por sendas de justicia, por amor a su nombre. Si dudamos de nuestro ser cristianos, recordemos que soy quien soy por la gracia de Dios. No hay condenación
para quienes estamos en Él. Él es nuestra justicia y nuestra verdad. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria
de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia prueba, y la prueba, esperanza, y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo
que nos fue dado”. (Romanos 5: 1-5).

En estos momentos que vive el país, debemos buscar el diálogo, la reconciliación con los demás. ¿Por qué? Porque sólo así reconoceremos la justicia social y la reconciliación de nuestra nación, para que haya paz y la paz llega porque buscamos la verdad y esta a su vez nos lleva a la justicia. “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos, y por mí, a fin de que al abrir mi boca sea dada la palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio”. (Efesios 6: 16-19).

Cuando estemos sometidos a las pruebas, no debemos temer. Los cristianos contamos con las armas de la verdad, la justicia, la paz y la fe; con ellas apagamos la mentira y el engaño; porque todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separa del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. (Romanos 8: 37-39).

Pastor Samuel Olson

Leer más →

 

Domingo 16 de marzo 2014

Thumb_16Mar2014 Sometiendo nuestro pensamiento a Cristo

Los seres humanos somos frágiles criaturas que al enfrentarnos a las dificultades o al peligro, sentimos miedo. Sin embargo, ante las adversidades es necesario acudir a las poderosas armas de Dios,
para poder enfrentar las trampas del maligno. Los cristianos debemos decidir qué métodos emplearemos, si los de Dios o los de los hombres. El Apóstol Pablo nos dice que las armas de Dios son efectivas: oración, fe, esperanza, amor, la Palabra de Dios, el Espíritu Santo.

Sólo ellas pueden destruir el orgullo y los argumentos humanos que nos separan de Nuestro Padre Celestial. Tendemos a utilizar nuestros propios métodos, pero nadie puede desarmar esos obstáculos
sino con las armas que Dios nos brinda. “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo”. (2 Corintios 10: 4-5).

Con las armas del espíritu, derribamos falsas verdades que muchas veces controlan nuestra forma de pensar y nos separan de la realidad, incluso haciéndonos actuar en contra del conocimiento de Dios. Nos separamos de Él y aceptamos argumentos que nos destruyen. Al ser altivos, al no llevar nuestro pensamiento a la obediencia a Cristo, y al no rendirnos ante Dios, reconociéndolo, siendo humildes, permitimos que nuestra vida se aleje de Él. Cuando estamos en Cristo, tomamos consciencia de nuestros sentimientos, pensamientos y actuaciones.

Nos preguntamos: si es justo, si es verdadero, si es sano o malsano, y tomamos esa verdad, sujetándola a Cristo, para que reconociéndolo como Nuestro Señor nos protejamos con su armadura y armemos el argumento de la verdad. Mi rabia, mi miedo, mi violencia interna los paso por ese
filtro y todos aquellos argumentos que nos separan de Cristo, quedan neutralizados. ¿Qué me está rodeando en este momento? ¿Qué digo como cristiano? ¿Qué puedo hacer? Hagámosno las preguntas necesarias y argumentemos las respuestas desde la óptica cristiana. Todo aquello
que nos separe de Dios, rechacémoslo, porque con el señorío de Cristo en nuestras vidas, estamos formados e informados en la verdad, para poder vivir sus postulados.

“Por lo demás hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”. (Efesios 6:10).
En estos momentos, en Venezuela hay una tensión intensa, como individuos y como sociedad, la verdad, la justicia, la bondad de nuestro Señor nos permite que sujetos a su legado podamos fortalecernos en Él. Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. (Efesios 6: 10-13).

Nuestra armadura, nuestra fortaleza del alma es la verdad, la sinceridad, la fidelidad, la realidad espiritual, la honestidad, todo el legado de Cristo, porque Él es el camino, la verdad y la vida, y nadie va al Padre sino a través de Él. Cuando nos humillamos ante el Señor, vivimos en la verdad, en lo real, lo comprobado. Debemos estar dispuestos a ser confrontados por la verdad y para eso hay que ser humildes de corazón y espíritu.

Pablo nos enseña que necesitamos vivir en la verdad para discernir, para entender con la óptica de Dios Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. (Efesios 6: 14-15).  La justicia es parte de la vida cristiana. Cristo es el juez de la historia y como es eterno y mora en nuestras vidas, nos hace ver la justicia, su justicia y aunque nos confronten con falsos argumentos, la coraza, la armadura que es Cristo, nos protege. Él es mi espada y mi escudo.

Pastor Samuel Olson

Leer más →

 

Domingo 9 de marzo 2014

Thumb_09Mar2014PROTECCIÓN DIVINA

Cuando llegamos a los pies del Señor e iniciamos una vida como cristianos, solemos encontrar resistencia en personas que han compartido nuestra vida anterior, o de aquellos que viven de espaldas a Dios. Al ser atacados o criticados por esas personas, debemos colocarnos La Armadura de Dios, esa que tan bien describe el Apóstol Pablo, quien tuvo que soportar todo tipo de
afrentas y argumentos en contra de su fe. Sus detractores cuestionaron incluso su autoridad, porque si bien los corintios
en su mayoría estuvieron del lado de Pablo, un grupo reducido lo denigraba diciendo que siendo estricto en sus cartas, personalmente carecía de autoridad.

“Yo Pablo ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo, yo que estando presente ciertamente soy humilde entre vosotros,
mas ausente soy osado para con vosotros, ruego pues, que cuando esté presente, no tenga que usar de aquella osadía con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen como si anduviésemos según la carne”. (2 Corintios 10:1-2). Aunque tengamos sentimientos, deseos, intereses o costumbres en la carne, no militamos según la carne. No somos mundanos, ni seguimos a falsos líderes, más bien debemos ir derribando sus argumentos al discernir los valores que nacen en la justicia, la rectitud, la nobleza, todos los valores de Dios. Los cristianos pertenecemos al ejército de
Cristo, somos sus soldados y debemos usar las herramientas, las armas de esa milicia. “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento en obediencia a Cristo”. (2 Corintios 10: 3-4).

Es un aprendizaje que nos va revistiendo con una coraza, una armadura resistente a las críticas o tergiversaciones de quienes nos cuestionan o atacan. Los conflictos que vivimos a diario, la
violencia que nos rodea, las luchas continúas, los crímenes, el odio, la maldad, son armas de la destrucción. No caben en el mundo cristiano. No las dejemos entrar en nosotros. Hay dos mundos: el de la luz y el de las tinieblas, de la oscuridad. Nosotros decidimos en cuál debemos andar. Jesús
militaba en una sociedad tan humana como la nuestra, pero Él, ante todos cuantos le rechazaban, les hablaba de los verdaderos valores y lo hacía ejemplarizantemente. Hay una diferencia importante entre obedecer y honrar. Obedecer significa cumplir lo ordenado; honrar es mostrar respeto
y amor. Los hijos no están obligados a desobedecer a Dios por obedecer a sus padres, aunque el honrarlos sea de por vida. Poniéndo este ejemplo, vemos como Pablo nos lo explica en Efesios 6: 10: “ Por lo de más hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores
de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Si nos acostumbrarnos a ver la violencia, el pecado, la mandad como parte de nuestro diario vivir, si aceptamos que nuestros hijos jueguen a la guerra o al crimen, si vemos como normales el aborto,
el divorcio, el asesinato y la injusticia, no tendremos fuerzas para atacar al enemigo, no estaremos protegidos, carecemos de armadura.

Cubrámosnos con la Armadura de Dios, reforcémosla ante cada ataque del enemigo y estemos siempre, diariamente, preparados para argumentar, explicar, orar con aquellos cuyas armas no son de verdad, pero que también hacen daño. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino
contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. (Efesios 6: 12).

Tu mejor protección frente al pecado, es La Armadura de Dios, úsala.

Pastor Samuel Olson

Leer más →

 

Domingo 2 de marzo 2014

Thumb_02Mar2014

LA ARMADURA DE DIOS

 

Pablo tuvo que defender su autoridad como Apóstol de Cristo, refutando a los falsos maestros que se encontraban en Corinto, quienes ponían en duda su autoridad y cuestionaban su causa evangelizadora.

En su segunda carta a los Corintios, enfatiza este tema y revisa su ministerio, para demostrar la validez de su mensaje y urgirlos a no apartarse de la verdad. “Yo Pablo os ruego por la mansedumbre y
ternura de Cristo, yo que estando presente ciertamente soy humilde entre vosotros, más ausente soy osado para con vosotros”. (2 Corintios 10:1). Aunque la mayoría de los corintios estuvo del lado de Pablo, una minoría siguió denigrándolo. A ellos se dirige irónicamente, para que se cuiden de no mal interpretar su mansedumbre, porque si bien ha logrado dominarse, porque el espíritu de Cristo se exprese a través de él, también puede ser firme, demostrando su autoridad ante aquellos que querían corromper la fe cristiana con un espíritu de engaño, torciendo la verdad.

Ante esa situación, es contundente al afirmar que sería osado, firme y claro. Nosotros, como humanos, somos frágiles, pero no por ello tenemos que utilizar recursos propios de los hombres, de lo
mundano; al contrario, debemos valernos de los métodos que Dios nos da. Pablo asegura que éstas armas son poderosas y efectivas. Se refiere a la oración, la fe, la esperanza, el amor, la Palabra de Dios y el Espíritu Santo. “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;
porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta”. (2 Corintios 10:3-4).

Al militar en el ejército de Cristo, al ser sus soldados, no vivimos según la carne. Tenemos que decidir cuáles son nuestras armas, porque éstas son poderosas en Dios para nuestra fortaleza. Las armas de
la carne son conflictos, violencia, luchas innecesarias, guerras, asesinatos, odio, maldad, todas armas de destrucción. Hay dos mundos: el de la luz y el de la oscuridad, tenemos que decidir en cuál queremos andar.

Luchamos en una guerra espiritual continua; por eso, Pablo nos dice que usemos cada pieza de la armadura de Dios para resistir los ataques del maligno y permanecer firmes. “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de
Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”. (Efesios 6:10-11).

Si vivimos contemplando la maldad como parte de nuestras vidas, bien aceptando juguetes violentos para nuestros niños o vemos películas de asesinatos, robos y violaciones, nos abrimos a conductas
que nos llevarán a la destrucción. Inconscientemente vamos aceptando esas aberraciones como normales, afectando nuestra neurolingüística, cambiando nuestra forma de ver la vida, confundiéndonos al aceptar la malo como normal. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. (Efesios 6:12).

Cuando luchamos contra las tinieblas, debemos fortalecernos no sólo individualmente, sino como iglesia, cuyo poder viene del Espíritu Santo de Dios. Aunque estemos seguros de la victoria,
debemos batallas hasta que Cristo venga, porque Satanás lucha constantemente en contra de todos los que están al lado del Señor. Requerimos de poder sobrenatural para vencer al maligno y Dios nos lo da a través del Espíritu Santo que está en nosotros y su armadura nos rodea y protege. “Por tanto, tomad la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar
firmes. Estad pues firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia”. (Efesios 6: 13-14).

Pastor Samuel Olson

Leer más →