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Archive For: Boletín Dominical

Domingo 23 de febrero 2014

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SAL DE LA PRISIÓN

Apocalipsis es un libro de esperanza, fue escrito por Juan, el apóstol amado y testigo ocular de lo que hizo Jesús. En él, Juan afirma que Dios, el victorioso Señor, volverá para vindicar a los rectos y juzgar a los impíos. Apocalipsis es también un libro de advertencia. Las cosas no eran como debían ser en las Siete Iglesias de Asia, así que Cristo llamaba a los creyentes a comprometerse a llevar una vida recta. El libro comienza narrando cómo Juan recibió una revelación de parte de Dios, luego expone los mensajes específicos de Jesucristo a esas iglesias; pero, de repente, cambian las escenas e irrumpe un mosaico de imágenes espectaculares y majestuosas en la visión
que hay ante los ojos de Juan. Esta serie de visiones describe el futuro, el plan revelado por Dios y cómo Él tiene el control de la
situación, porque la victoria es de Cristo y todos los que confíen en Él serán salvos.

Juan estaba preso constantemente vigilado, amenazado, reducido a un espacio ínfimo, cuando recibió la presencia de Dios. En esas condiciones, Juan adoraba e invocaba a Dios. No necesitamos estar en un lugar en especial, en cualquier parte y momento podemos y debemos adorar a Nuestro
Señor. Es deseable un espacio y un tiempo propicio para la alabanza y adoración, pero en tiempo difíciles, debemos hacerlo en cualquier lugar y a cualquier hora. En ese calabozo, Juan se postraba ante el Señor y abría su corazón a Él y así fue como recibió el mensaje: “Y escribe el ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto: Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras son más que las primeras”. (Apocalipsis 2:18-19).

Tiatira era un centro laboral, con muchos gremios que se dedicaban a la confección de ropa, tintorería y alfarería. Era una ciudad esencialmente secular, sin preferencia por religión alguna. Sin embargo, fueron felicitados por Juan por sus buenas obras y estimulados a no sentirse satisfechos sólo por regocijarse en la salvación de sus miembros o disfrutar de la adoración conjunta. No. Juan los invitaba a crecer en amor y obras de servicio. Cuando los tiempos son difíciles, debemos invertirlo con sabiduría y fidelidad.

En tiempos convulsionados, sólo basta con postrarnos ante Dios, inclinar nuestra cabeza y, desde el fondo de nuestro corazón, invocar a Dios y Dios estará con nosotros. Juan recibió sabias palabras de Dios, a través de las cuales vislumbró la gloria de Cristo. Tal y como se expresa en Apocalipsis, Dios,
desde su trono, está coordinando todos los sucesos que Juan registró detalladamente en este libro, lo cual nos demuestra que el mundo no está girando fuera de control; el Dios de la creación llevará a cabo sus planes a medida que Cristo inicie la batalla final contra las fuerzas del mal. Juan nos enseña
el cielo, antes de mostrarnos la tierra, para que no temamos por los acontecimientos futuros. La voz que Juan escuchó primero, la que sonaba como trompera, era la voz de Cristo. Y cuando menciona, cuatro veces al espíritu, se refiere al Espíritu Santo que le daba una visión, mostrándole situaciones y
acontecimientos que él no podría haber visto con sus ojos humanos. Esa revelación es una advertencia a los cristianos que se han vuelto apáticos y un estímulo a quienes han permanecido fieles frente a las dificultades de este mundo. Ratifica que el bien triunfará sobre el mal, nos da esperanza en tiempos difíciles y dirección cuando titubeamos en nuestra fe.

Al final de cada una de las cartas a las Iglesias de Asia, se exhorta a los creyentes a que escuchen y tomen en serio lo que se les había escrito en cuanto a las advertencias generales, así como las particulares. Contienen también advertencias y principios para todos. La Iglesia debe tener autoridad
y sus fieles tienen que llevar la palabra de Dios, marcando nuestros pasos al caminar, como si tuviésemos pies de bronce bruñido; preparándonos para las cosas nuevas que tengamos que enfrentar, porque su gloria nos llenará de tal manera que venceremos el miedo. Entrégale tu vida a Cristo, sigue sus pasos, difunde su palabra con convicción, con autoridad, que la gente sepa que la gloria de Dios llenará sus vidas.

La maldad y la injusticia no prevalecerán para siempre. Dios les pondrá fin en el juicio final. Nuestra gran esperanza es que se hará realidad lo que Cristo prometió. Cuando tenemos confianza en nuestro destino final, podemos seguir a Cristo sin titubear, sin que importe que debamos enfrentar. Podemos alentarnos.

Dr. Luis Paz

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Domingo 16 de febrero 2014

Thumb_16Feb2014 Aprendamos a Dar

El Apóstol Pablo, en su tercer viaje misionero, fue recolectando dinero para los creyentes pobres de Jerusalén. Las iglesias en Macedonia dieron dinero a pesar de ser muy pobres, y dieron mucho más de lo que Pablo esperaba. Era una dádiva con sacrificio, porque eran pobres pero querían ayudar. Lo más trascendente del hecho de dar, no radica en la cantidad sino en el por qué y en el cómo damos. Dios no quiere dádivas apresuradas o de mal humor. Al contrario, quiere que demos como lo hicieron esas iglesias, como una ofrenda a Cristo, con amor a los creyentes, con alegría al saber que ayudamos a quienes están en necesidad y porque al dar seremos retribuidos grandemente. “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia, que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas”. (2 Corintios 8:1-3).

En aquellos tiempos, había mucha confusión acerca de las distintas formas de prosperidad, tantas que casi destruyen el concepto de la ofrenda cristiana. Pablo trataba de enseñarles a los hermanos de Corintos acerca del acto de ofrendar y los estimulaba, incluso, a discernir sobre qué y cómo ofrendar, analizando quién solicita la ofrenda y para qué. No es bíblico obligar a ofrendar, exigir o manipular para ello. Pablo dice al respecto que los hermanos de Filipos, Tesalónica y Berea, se habían unido para ayudar a otras iglesias, más allá de su propio grupo de hermanos y amigos, y por encima de sus posibilidades. Al unirnos con otros creyentes para llevar a cabo la obra de Dios, fortalecemos la unidad y contribuimos al crecimiento del reino de Dios. Los creyentes corintios sobresalieron en todo, tuvieron fe, buena predicación, mucho conocimiento, mucha solicitud, mucho amor y Pablo quería, además, que fueran líderes en ofrendar. Dar es una respuesta natural del amor. Pablo no les ordenó que dieran, sino que los estimuló a probar que su amor era sincero. Cuando amamos a alguien, queremos darle nuestro tiempo y nuestra atención, así como suplir sus necesidades. “Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia”. (2 Corintios 8: 7).

Aprendamos a dar, a ser generosos, a abrir nuestros corazones para bendecir a Dios con nuestra ofrenda. Esta es una actividad del Espíritu Santo en nuestras vidas. Jesús murió por nosotros, para que fuéramos enriquecidos con su gracia. Él lo dio todo por y para nosotros. Nos liberó al cargar la cruz, ser torturado y morir crucificado, para que cambiáramos nuestra forma de ser, para que como cristianos demos de nosotros todo cuando podamos: tiempo, conocimientos, habilidades, destrezas, servicio, prédicas, educación, lecturas, asistencia médica, recreación, entretenimiento. En fin, dar de lo que tenemos. “Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene”. (2 Corintios: 8:12)

Nuestra Iglesia necesita de todos y de todo lo que puedan dar. Dios va a poner en sus corazones lo que ustedes puedan dar. No es dar para que unos reciban y los que dan sufran escasez. No, es ser sensible a las necesidades de otros y así, esos otros también serán sensibles a nuestras necesidades. Dios nos bendecirá con la igualdad del dar y recibir. “Porque no digo esto para que haya para unos holgura y para vosotros estrechez, sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad, como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos”. (2 Corintios: 8:13-14).

En nuestra Iglesia la gestión administrativa la realiza un grupo de profesionales especializados en esta área y quienes conocen de las capacidades y necesidades de cada uno de sus miembros. Es importante que sepan que esta comunidad puede confiar totalmente en estas personas. Atrévase a creer en los demás, a servir y amar a su prójimo. El que siembra generosamente, generosamente segará. “Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia”. (2 corintios 10). Todo cuando poseemos proviene de Dios.

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Domingo 9 de febrero 2014

Thumb_12Feb2014DIOS AMA AL DADOR ALEGRE

Hay un principio de vida, una forma de ser en cada uno de nosotros, según la cual respondemos en forma distinta, tanto al dar como al recibir. Muchas personas aprecian grandemente el hecho de recibir, pero no son generosos al momento de dar. En el libro de Lucas (6:38) se afirma: ”Dad, y se os dará: medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”. ¿Y cuán generosos debemos ser? “Cada uno de como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”. (2 Corintios 9:7). No se trata de dar sólo cosas materiales. Dios ama al dador
alegre y se alegra así mismo, dando a quien quiere recibir, a quien ha aprendido a dar con alegría y con gozo. La alegría de dar de sí, en todo sentido de la vida: tiempo para acompañar a quien lo necesita, compartiendo o visitando a enfermos, leyendo la biblia a quienes nos rodean, haciendo algún trabajo en la comunidad
o en la iglesia. La alegría de dar de si mismo es un gozo muy grande, muy íntimo, que lo experimenta sólo aquella persona que entrega ese tiempo, esa ayuda, con verdadero regocijo.

¿Qué podemos dar? Hay muchas áreas en las cuales dar de nosotros, de nuestro tiempo, de nuestras capacidades o de nuestros recursos. Podemos apoyar a las misiones que nuestra iglesia mantiene en diversas partes del mundo o contribuir con la construcción del edificio de nuestra escuela, acompañando a los enfermos en los hospitales y llevándoles la palabra de Dios. Usted es quien decide. Es algo íntimo, como tal, debe pensar en que área puede ser más eficiente, apoyando una obra, para verla crecer al relacionarse con el proceso de desarrollo de la misma. Es una intencionalidad; mi ofrenda tiene una razón de ser y esa razón es como propone su corazón. Antes de determinar que área, tarea o programa queremos apoyar, debemos orar.

Orar para que la ofrenda este llena de gozo no de tristeza, de convencimiento y no de obligación. Y cuando ofrendemos que no sea para ser vistos o reconocidos como dadivosos, o para que se nos vincule con una obra. “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”. (2 Corintios 9:8).

Demos con gracia, con alegría y Dios nos recompensará con abundancia, con una acción sobrenatural, sorpresiva, milagrosa. Dios obrará sobre nosotros si somos dadores alegres, a fin de que teniendo siempre en todas las cosas, podamos abundar para los demás en buenas obras. El estilo de vida que tengamos en cuanto al regocijarnos en dar, nos llevará a descubrir la labor de Dios en nuestras vidas, al bendecirnos materialmente. “Como está escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre. Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios”. (2 Corintios 9: 9-10).

Aunque no puedas entender cómo Dios lo hará, Él aumentará el fruto de tu justicia, porque ama al dador alegre.

Pastor Samuel Olson

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Domingo 2 de febrero 2013

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VEN, SÍGUEME, NO DESMAYES

El Apóstol Pablo, llamado primeramente Saulo, persiguió a los cristianos, hasta que el mismo Cristo resucitado lo confrontó y lo colocó frente a la verdad del evangelio. Algunas veces, Dios irrumpe en nuestras vidas de forma espectacular, pero en la mayoría de las ocasiones lo hace en forma apacible, tranquila.

La verdadera manera de depositar nuestra fe en Jesús es aquella que Dios decide utilizar para cada uno de nosotros. Pablo reconoció a Jesús como su Señor y confesó sus pecados, rindió su vida a Él y decidió obedecerle. La verdadera conversión es el resultado de un encuentro personal con Dios, que nos guía a una nueva vida de relación con Él. La fe sin obras no es sustentable en nuestras vidas.

Necesitamos darle sentido, obedecer y hacer. ¿Cuál es su Plan de Vida? ¿Cómo es su
comunicación con Dios, su relación interna con Él? Pedro fue confrontado tres veces por Jesús:
¿Eres de veras mi amigo? le preguntó. Pedro respondía que sí, pero Jesús lo confrontaba de nuevo y no aceptaba las respuestas
precipitadas ni superficiales. Él sabe llegar a donde tiene que llegar. Pedro enfrentó sus motivos y sentimientos verdaderos cuando
Jesús lo interrogaba. Qué respondería Ud. si Jesús le preguntara: ¿Me amas? ¿Realmente, Ud. ama a Jesús? Pedro, sin tomar en cuenta lo que le deparaba el futuro y sabiendo que moriría crucificado, decidió seguir a Cristo.

Podemos enfrentar con temor e incertidumbre el futuro, pero debemos estar seguros de que Dios tiene el control y debemos seguirle con fe absoluta. Cuando Pedro le preguntó a Jesús cómo moriría Juan, Jesús le respondió que no debía preocuparse por eso. Tendemos a comparar nuestra vida con la de otros, sea para racionalizar nuestro nivel de devoción a Cristo o para cuestionar la justicia de Dios. La respuesta que Jesús le dio a Pedro, también es válida para nosotros: “¿Qué a ti?”. Es decir: ¿qué te importa a ti eso?, sígueme tú. El Plan de Dios para Moisés, Abraham, José, David fue especial para cada uno de ellos, pero en común tenían una constante, todos ellos se mantuvieron bajo la dirección de Dios. Los diseños y designios de Dios son muy particulares y sólo debemos entender que Dios nos ha dado un destino en especial y que debemos definir, paso a paso, cuál será nuestro plan de vida. Hacer la ruta como cristiano. Saber a dónde vamos y clarificar suficientemente ese destino.

En Filipenses 3:13- 14, Pablo señala: “Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado; pero una cosa hago, olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está adelante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Debemos enfocarnos en la meta, todo lo demás se encuentra en su lugar y su caminar y ambos se armonizan. Lo que nos distrae de ese objetivo, no nos sirve, dejémoslo de un lado para que no entorpezca y prosigamos a la meta del supremo llamamiento
de Dios, olvidando todo lo que queda atrás.

Hay factores, acontecimientos, obstáculos durante todo ese caminar a la meta, que nos llevan a replantearnos si queremos seguir en esa dirección. Esa es una decisión personal, basado en un acto de nuestra voluntad. Si carecemos de ella, no nos encaminamos a la meta. Pero: siga su plan. Permanentemente tenemos que tomar decisiones sobre muchas cosas, desde las más sencillas a las más
complicadas. En nuestra carrera a la meta, todo lo que hacemos y pensamos debe estar enfocado en lograr esa meta y pagar el precio de quien quiere llegar. Cuando queremos hacernos profesionales debemos pagar el precio de estudiar horas interminables,
perfeccionarnos constantemente, renunciar a fiestas, paseos, reuniones con amigos, etc.

Entonces tenemos que decidir si vamos a pagar ese precio. Primero hay que mantenerse enfocado y sin temor a lo que debamos afrontar. Cuando Timoteo tuvo miedo al quedarse solo como pastor, Pablo le escribió una carta diciéndole que Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía sino de poder. A pesar de nuestros miedos y dudas, el Señor está con cada uno de nosotros. Él nos da la capacidad para hacer lo que debemos para recorrer y alcanzar el camino escogido. Es una especie de poder, de amor propio y de dominio, que nos mueve a seguir adelante, dominando nuestras pasiones; armonizando, distinguiendo e integrando lo que hago y enfocándolo hacia el gran objetivo: la meta. ¿Cuál es su disciplina? ¿Cuáles son sus valores éticos y morales? ¿Cuál su forma de ser y de vivir? ¿Cuál es su enfoque? Diga como Pablo: “pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás,
y exponiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. (Filipenses 3:13-14).

Pastor :Samuel Olson

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Domingo 26 de enero 2014

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HACED DISCÍPULOS

La vida del cristiano no es fácil, en nuestro transitar por este mundo, podemos encontrar problemas, dolor, confusión; sin embargo, es necesario proseguir a la meta y finalmente alcanzar el premio: la corona de justicia, y encontrarnos cara a cara con nuestro creador, para alabarlo y
adorarlo por siempre.

Mientras recorremos ese camino, recordemos que tenemos una misión, la que Jesús dejó a sus discípulos como instrucciones inmediatamente después de su resurrección. Les recordó que
estaban bajo su autoridad y que debían hacer más discípulos, bautizarlos y enseñarles que hay que obedecerle a Él. “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28: 18-19.

La gran misión es compartir el evangelio con otros, hablarles de la vida eterna y de la esperanza de vivir por siempre con Él. Cristo nos ha llamado a compartir las buenas nuevas con las personas que
nos rodean, con quienes vivimos, donde trabajamos o estudiamos, con nuestros amigos, en todas partes, acompañando nuestro decir con un comportamiento modelo, que exprese quiénes somos, que refleje a Dios en nosotros, como seguidores de Cristo.

Una vida que conlleve el formar cristianos, no puede ser improvisada, necesita un plan a seguir. ¿Ya usted tiene su plan de vida cristiana? Se ha preguntado qué es lo que quiere hacer, cómo vivir, cómo lograr esa meta. Quizás en las respuestas encuentre palabras que lo puedan confundir: placeres, dinero, posesiones, recreación… No se distraiga en ellas. Siga a la meta. Entienda en primer lugar, que ser cristiano es tener una vida de servicio.

Pablo no tuvo un apostolado fácil, permaneció 9 años en el desierto, hasta entender cuál era su plan de vida al servicio del Señor y cómo cumplirlo. Fue llamado por Dios, para que fuera apóstol de los gentiles, ministrando el evangelio, para serles ofrenda agradable,
santificada por el Espíritu Santo. “Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere. Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del
evangelio de Cristo” Romanos 15: 17-19.

Pablo recorrió toda África fundando iglesias, sistemáticamente, con el propósito de llevar a todas las ciudades el evangelio. Pablo se refería a terminar su trabajo en Corinto, desde donde escribió gran parte de su carta. Es probable que al  terminar lo que Dios deseaba que hiciera allí, pensara en llevar el evangelio a las nuevas tierras que se hallaban al oeste de Roma. Cuando llegó allí fue tomado
prisionero bajo arresto domiciliario. Luego fue liberado por un tiempo y usó esa oportunidad para ir a España a predicar las buenas nuevas. En el capítulo 15 de Romanos se enumera detalladamente el Plan de Vida de Pablo el cual ejecutó minuciosamente; era un hombre apasionado, entregado a la causa de Dios; ambicioso, en el sentido de crecer cada vez más en el conocimiento y servicio a Dios; perseverante, incansable, trabajando día y noche. Su motivación era predicar a los gentiles para que llegaran a los pies de Cristo, perfeccionarse como discípulo para llegar al cielo y ver a Dios cara a cara, y así obtener la corona de justicia, de gloria.

Si usted es apasionado y trabaja para alcanzar su meta, superará las dificultades. No se estanque en el mismo lugar, no desmaye, no tire la toalla. Prosiga a la meta, haga que todos cuanto le rodeen oigan la palabra de Dios, lo invito a preparar un plan para la vida eterna. ¿Qué quiere para usted, para sus hijos, para su familia? Escríbalo y téngalo consigo, cuando encuentre un obstáculo, léalo nuevamente y prosiga a la meta, porque Dios estará con usted todos los días.

Pastor Samuel Olson

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Domingo 19 de enero 2014

Thumb_19Ene2014¿SABE HACÍA DÓNDE VA SU VIDA?

El año nuevo trae consigo la intención de comenzar nuevos proyectos, de alcanzar las metas que deseamos; sin embargo, muchas veces no le dedicamos tiempo a concretar esos buenos propósitos. ¿Ha tomado tiempo para pensar en su futuro? ¿Sabe lo que quiere hacer los próximos 10, 15, 20 años? Una parte importante de la vida cristiana es saber a dónde queremos llegar. Algunos quisieran evadir los obstáculos, no padecer dolor alguno, no tener contratiempos. Sin embargo, la meta no está libre de problemas ni de escollos. El Apóstol Pablo nos recuerda en su carta a los Efesios 4:1-6 que Dios nos ha escogido para ser los representantes de Cristo en la tierra. A la luz de esta verdad, Pablo nos desafía a tener vidas dignas al llamado que hemos recibido, el maravilloso privilegio de ser propiedad de Cristo. Esto incluye ser humilde, gentil, paciente, comprensivo y pacificador. ¿Cómo cumple Ud. su papel como representante de Cristo?

En su carta a los Filipenses 3:12-13, Pablo nos dice que su meta era conocer a Cristo, ser como Él, y ser todo lo que Cristo pensaba en cuanto a Él. Esta meta ocupó toda su vida y todo su tiempo, con todas sus energías, lo cual constituye un gran ejemplo para nosotros. No debemos permitir que nada nos haga apartar nuestros ojos y deseos de la meta a alcanzar. Con la concentración de un atleta en entrenamiento, debemos dejar a un lado todo lo que nos perjudica y olvidarnos de las cosas que nos distraigan y aparten del principal objetivo, y como el deportista que ve el final de la meta, utilizar toda la energía que posea y estirarse, levantar los brazos y romper la cinta con el pecho. ¿A Ud. qué lo retiene, qué le impide alcanzar el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús?
Dios distribuye a cada persona talentos únicos. Todos sus dones son necesarios para completar su plan.

No todos corremos hacia la meta de la misma manera. Unos parten con gran entusiasmo, otros sortean los obstáculos o abandonan el camino, pero Pablo nos recuerda que debemos olvidar el pasado, dejarlo atrás, superarlo. Usted puede tener muchas metas logradas en su pasado, ser una gloria del ayer y quedarse allí, olvidando proseguir a la meta.

En Deuteronomio 33, podemos ver la diferencia que hay entre las bendiciones que Dios dio a cada tribu israelita. A una le dio la mejor tierra, a otra fortaleza, a otra seguridad. Muy a menudo vemos a alguien con una bendición particular y pensamos que Dios debe amarlo más que a otros. No es así, Dios distribuye a cada persona talentos únicos y todos estos dones son necesarios para completar su plan. Descubra sus dones y decida realizar las tareas para las cuales lo ha calificado Dios. Él es nuestro refugio, nuestra única seguridad verdadera. Cuántas veces confiamos nuestras vidas a otras cosas: quizá al dinero, a una profesión, a una causa social o a un sueño de toda la vida; pero nuestro único refugio es Dios eterno, el que siempre estira sus brazos para sostenernos cuando todo lo demás se tambalea. Aunque vengan las dificultades.

Dios no nos dejará, nos dará las fortalezas necesarias y aunque estemos en la noche más oscura, nos sacará adelante. Cuando se produzca un cambio importante en su vida, pregúntese: ¿Qué hay dentro de mi, con qué fuerzas enfrento este problema?
También como iglesia solemos enfrentar dificultades, en Isaías 43:12, leemos cómo Dios había asignado a Israel la tarea de ser testigo de Él, de decirle al mundo quién era Dios y lo que había hecho por su pueblo. Hoy en día, todos los cristianos tenemos la responsabilidad de ser voceros de su palabra. ¿Las personas que los rodean, su familia, pueden ver a Dios reflejado en su vida, en su comportamiento? Es importante contar con Ud. como parte de la Iglesia para que pueda bendecir a otros, a quienes ayudaríamos a seguir el camino y alcanzar la meta suprema.

Pastor Samuel Olson

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Domingo 12 enero 2014

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Prosiga a la meta

Con motivo de los 60 años de esta Iglesia, seleccionamos el versículo que se encuentra en la pared principal del templo. “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” Filipenses 3:14. En su carta a los Filipenses, el apóstol Pablo expresa cómo después de haber considerado todo lo que había logrado en la vida, descubrió que nada de eso tenía valor, cuando lo comparaba con el conocimiento de la vida y obra de Cristo. Por ello, al escribir esta carta, la cual es una declaración profunda acerca de los valores cristianos, insiste en la relación personal con Cristo, porque cuando conocemos al Dios que nos ama, Él nos da una finalidad, un propósito, una meta y, finalmente, un premio.
Pablo tuvo una vida muy difícil, sin embargo, no se rindió. Evangelizó a muchas personas en su incansable caminar, con su obra misionera. Entregó todo: familia, amistades y libertad, a fin de conocer todo acerca de Cristo y el poder que lo resucitó. Sabía que al unirse a Cristo, confiando en Él, experimentaría el poder que lo resucitó de la muerte. Ese poder maravilloso que lo ayudaría a vivir moralmente, renovando y regenerando su vida. Pablo explica en esta carta que su meta era conocer a Cristo, ser como Él, y ser lo que Cristo pensaba en cuanto a él. Esta meta absorbió toda su vida, todas sus energías, pero nunca dejó de seguir el camino que se había trazado para alcanzar la meta. “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante” Filipenses 3: 12-13.

Pablo transitaba el camino que lo llevaría a la gloria de Dios y ese es un ejemplo que los cristianos deberíamos seguir, al no permitir que nada nos aparte de la meta: conocer a Cristo. Con la concentración de un atleta en entrenamiento, debemos poner a un lado todo lo que es perjudicial y olvidarnos incluso de las cosas buenas que podrían distraernos e impedir que seamos realmente cristianos.

El atleta con todo su esfuerzo y disciplina, prosigue siempre hacia la meta, con el deseo de obtener el trofeo, asirlo y ser reconocido como el mejor. Cuando Dios llega a nuestras vidas nos plena de tal manera que deseamos compartir ese gozo con todos cuantos nos rodean. Para ello es importante andar con equipaje liviano, dejando el pasado y proseguir el camino. No atarnos a lo vivido ni a situaciones del ayer, por muy duras, tristes o cruciales que sean. Constantemente debemos recomenzar, evaluar lo que hacemos, despejar el camino hacia la meta, con la certeza de que lo que viene será mejor.

Si creo que Dios está conmigo, sé que Él me va a abrir una puerta y que estará a mi lado todo el tiempo. Él puede obrar soberana y milagrosamente en nuestras vidas, porque Él es fiel y Él está con nosotros. No se estanque en el pasado; crezca en el conocimiento de Dios, concentrándose en su relación con Él, ahora. Recuerde que ha sido perdonado y prosiga caminando en dirección a una vida de fe y obediencia. Proyéctese hacia una vida plena y de mayor significado, gracias a su esperanza en Cristo. Sabemos que somos finitos: ¿entonces dónde vamos a estar cuando muramos? Si creemos que después de la vida tendremos un valor mucho más grande, un lugar donde vamos a pasar toda la eternidad y que nuestra ciudadanía está en los cielos, preguntémonos cómo podemos obtener ese premio y qué debemos hacer en el nombre de Dios. “Más nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, el Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar todas las cosas”. Filipenses 3:20-21

¿Ya elaboró su plan para el año 2014? Cuando lo elabore, oiga lo que Dios le está diciendo, no se deje llevar sólo por lo que usted desea, decida seguirle, obedecerle y cumplir su voluntad. Vale la pena obtener ese premio: un nuevo mundo y un cuerpo resucitado. Prosiga a la meta y obtenga el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

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Domingo 5 de enero 2014

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Él comenzó la buena obra

«Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6)  «Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensiblemente, para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.». (1 Tesalonicenses 5:23-24).

Hemos llegado al final del año. En la vida, normalmente sentimos que hay un principio y un fin. Algunas vidas son cíclicas y no evolucionan en forma alguna. Dan vueltas alrededor de lo mismo y se quedan atascados en el mismo lugar. Repiten y repiten el mismo hacer, el mismo sentir, los mismos errores o las mismas costumbres, sin crecer. La diferencia, el cambio en la vida de estas personas, puede hacerla un gran líder que las motive a evolucionar. La vida cristiana no toma atajos, no se estanca. Es una línea recta como lo dice el apóstol Pablo a los Filipenses «prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Filipenses 3: 14).

La vida de desgaste, de no crecimiento, cambia para enderezarnos e ir a una y otra etapa, hasta que se produce el cambio. Prosigo a la meta, al supremo llamamiento, hasta encontrarnos cara a cara con Dios. Proseguimos hasta llegar a la meta establecida.  Los planes individuales o sociales, establecen visiones en los diferentes aspectos de la vida: familia, trabajo, iglesia, comunidad, etc. Al evaluar lo logrado en cada área y ver nuestras fortalezas y debilidades, entendemos qué debemos mejorar, qué hacer distinto y qué dejar de hacer. Viviendo en Cristo, seguimos una línea recta. » estando persuadidos de esto, que el comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1: 6).   El Dios que comenzó la buena obra en nosotros la continuará a través de nuestra vida y la terminará cuando le veamos cara a cara. La obra de Dios por nosotros comenzó cuando Cristo murió en la cruz en nuestro lugar. Su obra en nosotros comenzó cuando creímos en Él. Ahora el Espíritu Santo vive en nosotros, capacitándonos para que cada día seamos más semejantes a Cristo.

El proceso de crecimiento y madurez del cristiano, tal como lo expresa el apostol Pablo, comienza al aceptar a Cristo y seguirá hasta que Cristo regrese. ¿Ha sentido alguna vez que en su vida no hay progreso espiritual? ¡Cuando Dios comienza un proyecto, lo termina! Tenga la seguridad que Dios obrará en usted y le ayudará a crecer en gracia, hasta que complete el trabajo en su vida. Cuando esté desanimado, recuerde que Dios no lo abandonará. El promete terminar la obra que ha comenzado en usted. Cuando se sienta incompleto o afligido por sus faltas, recuerde las promesas y provisiones de Dios. No permita que su condición actual le robe el gozo de conocer a Cristo o le impida crecer más cerca de Él. Cambiamos al estar en Cristo y ya nunca más volvemos a ser los mismos. El que comenzó la buena obra en nosotros la perfecciona, nosotros podemos colaborar con Él sumando lo que somos como profesionales, como líderes, como padres. El único que puede cambiarnos es Dios, porque Él es fiel y siempre estará a nuestro lado.

A veces nos vemos sometidos a pruebas que pensamos no poder superar, sin embargo, Él está a nuestro lado y nos responderá cuando estemos listos para continuar creciendo como cristianos.   Estamos aquí, en el mundo, preparándonos para la eternidad. Aumentando nuestros valores, cambiándonos, perfeccionándonos, no es un proceso rápido. Moldear el barro, hasta hacer una obra de arte, requiere tiempo y sometimiento a altas temperaturas. El Señor desea que nos reunamos con Él en la vida eterna.   ¿Usted va a dejar que un nuevo año concluya sin cambiar, sin evolucionar, sin crecer? Haga su planteamiento y pregúntele a Dios qué quiere hacer con su vida, para ser incluido en el proceso de cambio, en el propósito de vida. Haga su plan de vida. Aíslese al lugar que prefiera, donde pueda hablar con Dios.

Haga su plan para 5, 10, 15, 20 años. Escriba ese plan y comience a cumplirlo. Su trabajo, sus planes, sus ideas, sus relaciones, una vida más sana, pídaselo todo a Dios y Él te guiará. Pregúntese y pregúntele a Dios cómo servirle mejor a Él.

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Domingo 29 diciembre 2013

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JESÚS VINO A DAR VIDA

Mateo 1:21 “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él
salvará a su pueblo de sus pecados”. Mateo era un judío hebreo y escribe
desde el punto de vista de la profecía del Mesías, cómo Dios les prometió que iba a nacer de una virgen el que sería el Salvador y su nombre sería Príncipe de Paz y es la razón de la navidad, la razón de ese nacimiento era salvarnos a los que llegamos a creer estando en nuestro pecado.

Hay situaciones en la vida tan difíciles que no podemos comprender, que el hombre y la mujer de Dios necesitan postrarse y pedir a Dios un por qué de las cosas y poder creer a la frase que nos da en ese momento, diciendo “No temas, todo está bien”, hay situaciones que usted y yo pasamos, vivimos y tenemos que sobreponernos a nuestras reacciones
iniciales, esperar, confiar, en este caso fue José, quien tomó a María, y fue justo en su relación con María en un momento tan difícil de su vida, se encaminaron a Belén, y llegaron, a ese pueblo tan pequeño profetizado en Miqueas, y no había donde llegar pero encontraron una cueva en la
colina, y María preparó el pesebre para el alumbramiento, se aparecieron los ángeles que cantaron Gloria a Dios en las alturas, y los sabios increíblemente impresionados se dirigieron a la colina. No eran cristianos, ni judíos, ni hebreos, eran hombres sabios muy sensibles ante las cosas espirituales y fueron los primeros en visitar al bebé dándoles regalos.

Los ángeles se le aparecieron a José para decirle que no se devolviera por el camino porque él que habían llegado a Belén, Herodes pretendía una masacre para matar a los niños, el Señor es tan bueno cuando le amamos y le servimos y aún a veces cuando no le conocemos. El Señor tiene la manera de cambiar nuestra circunstancias porque tiene un propósito con la vida de cada uno de nosotros, y así como hizo con Jesús, cambiando la
historia con los ángeles apareciéndose en sueños; así lo puede hacer con usted cuando pueda creer o pudiese
estar creyendo que no hay salida a su circunstancia, pero hay salidas si usted se tranquiliza.

Todas estas circunstancias de los magos, de los reyes, del nacimiento se comenzó a entender luego de que murió Jesús, cuando Mateo se sienta a hablar con los judíos, con María, Lucas lo hizo con los gentiles, y comienzan a cuadrar las historias que tenemos en la Biblia para que usted y yo entendamos nuestra historia, hoy día usted no entenderá porque hace esto y aquello pero de aquí a 5 meses, 8 meses, 1 año usted dirá: ahora entiendo,
porque Dios me trajo acá, ahora entiendo ese detalle que alguien me dijo pero no entendí lo que me estaba diciendo y las cosas van empatando y creando cosas nuevas para nuestra vida.

El propósito del bebé en el pesebre era morir, el propósito de ese niño allí era tomar el lugar suyo y mío en la cruz, y Él sabía que ese era su propósito porque era parte del plan de Dios en conjunto, del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que habría de suceder esto y Jesús vendría para dar su vida y vencer el imperio de la muerte y
levantarnos a nosotros que al creer en la muerte y resurrección en la cruz podemos ser salvados del pecado y de la separación eterna de Dios, se le dio el nombre de Jesús porque salvará a su pueblo de sus pecados.

Al estar en Cristo usted y yo también morimos a nuestra vida y pasamos a vivir la vida del vencedor, usted tiene una razón de ser y más cuando llegamos a la vida de fe. El Señor desbarata la maldad y el poder del pecado de nuestra vida, entonces entendemos el porqué de nuestra vida y desarrollamos las capacidades y la vida que Dios nos ha dado. Cristo vino con un propósito para estar allí para nosotros, Emanuel, para salvarnos a nosotros de
nuestro pecado, todos los que sabemos que eso es una realidad y que la hemos vivido es muy distinto saber que soy salvo y que no soy salvo, más allá de los regalos en este mes, usted sabe que no hay navidad sin Cristo.

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Domingo 22 de diciembre 2013

Thumb_22Dic2013Damos ofrendas de amor

1 Corintios 9:15 !Gracias a Dios por su don inefable! Pablo llega al final de dos capítulos
sobre ofrendas y entregas de nuestra vida, a esta frase que habla de Jesús, el don maravilloso de Jesús para la humanidad. Pablo termina el capítulo con la idea de dar gracias al Dios que se hizo carne y habitó entre nosotros, ese don maravilloso de Dios en la persona de Jesús, el concepto, la vivencia en Jesucristo es una vivencia de gracia, vivimos a causa de la gracia porque el nos llamó a creerle, amarle y confiarle nuestra vida, todo lo que somos ahora es de gracia.

Pablo está preocupado por la iglesia en Jerusalén, los santos estaban pasando hambre, allí anduvo Jesús y fundó la base de lo que vino a ser la iglesia y aunque se habían repartido todos los bienes, habían entrado años después en una hambruna, en persecución y rechazo, Pablo preocupado por ellos pide una recolecta en las iglesias de Asia menor.

Así comienza el capítulo 8, 2 Corintios 8:1-4 “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con
muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos”

Pablo dice que a pesar de su pobreza estos hermanos tenían tanta alegría de poder servir a los hermanos que están en otra ciudad, que pidieron el poder ofrendar, una profunda expresión de amor cristiano a pesar de la pobreza en la que vivían ellos, estos nos habla de cuando llegamos a los caminos del Señor y vemos la situación de otros y si amamos con el corazón de Dios buscamos la manera de
ayudar a otros, de bendecir a otros, no siempre es económico porque no siempre podemos dar algo monetario, pero podemos dar nuestro tiempo, nuestras capacidades para que otros puedan beneficiarse de nosotros.

2 Corintios 8:5 “Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios” La misión de sus vidas eran entregar su vida para que Dios la usara como quisiera y recibir la dirección de Dios para bendecir
a otros. Cuando damos es una obra de gracia, es una ofrenda de amor, porque entendemos que todo lo que tenemos es del Señor y por esto lo damos, no es una obligación, es porque entendemos que lo tenemos es por la gracia de Dios.

La iglesia de Macedonia no se guardaba la bendición quería bendecir a los hermanos de Jerusalén y al bendecirlos, bendecían a la Iglesia de Dios, que es una. 2 Corintios 8:12 Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene no según lo que no tiene. Lo importante es la disposición, hay momentos que uno no tiene y no hay porque sentirse mal por eso, son realidades de la vida, no tenemos con que ofrendar, o ayudar a otros, uno da según lo que tiene, eso quiere decir que yo planificó lo que doy. Piense y ore, pídale al Señor ayúdame a dar lo que puedo dar, y si no puedo dar, piensa en su capacidad o habilidad que le pueda dar para bendecir a otros.

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