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Día 1 | Y aconteció andando el tiempo…

Iniciamos la semana de oración, ¡sea exaltado el nombre de nuestro Dios! Desarrollaremos la idea “Lo primero y lo mejor para el Señor”, para eso estaremos estudiando el texto que se encuentra en Génesis 4:3-5 Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová.Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda;pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya.

Y aconteció andando el tiempo […]

Esta frase nos indica que Cain había conocido la gracia de Dios, esa gracia se había derramado sobre él de tal manera que hizo surgir una expresión de gratitud la cual se materializó en una ofrenda.

Dios conocía el corazón de Caín, sin embargo, siguió mostrando su bondad y misericordia día tras día, a medida que pasaba el tiempo, esto es normal para el corazón de Dios, 2 Timoteo 2:13 dice Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo.” La naturaleza de Dios es ser fiel, ser misericordioso y amar sin esperar nada a cambio, Dios nos ama porque Él así lo quiere.

Para algunos de nosotros amar desinteresadamente es muy difícil, nos excusamos diciendo que no lo sabemos hacer o que no está en nosotros, incluso a veces solo mostramos amor a aquellos que creemos se lo merecen, esta semana de oración debemos reconocer que tenemos la mente de Cristo (1 Corintios 2:16) y eso nos hace capaces de amar como él amó, nuestra naturaleza se revela y no quiere hacer lo bueno, pero nuestro ser le pertenece a Dios y este sacrificio de obediencia haciendo su voluntad es un acto de alabanza, un acto que demuestra que “Lo primero y lo mejor es para el Señor” . Iniciemos esta semana de oración pidiendo una manifestación del Espíritu Santo que nos permita amar a nuestro prójimo, siendo obedientes al Señor.

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Boletín 29 de octubre de 2017

¿Qué hacemos con nuestras preguntas?

Job 7:17-21“¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, y para que pongas sobre él tu corazón, y lo visites todas las mañanas, y todos los momentos lo pruebes? ¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada, y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva? Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me pones por blanco tuyo, hasta convertirme en una carga para mí mismo? ¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, y si me buscares de mañana, ya no existiré”.

Con frecuencia, solemos hacerle muchas preguntas a Dios a cualquier hora del día y en casi todas nuestras situaciones de vida, ¿cuáles son las preguntas que surgen de tu corazón a Dios?

La Biblia está llena de preguntas. Siempre pensamos en la respuestas que podemos hallar en ella, pero nunca nos detenemos a pensar en las preguntas que también aparecen en este maravilloso libro; preguntas que Dios hace al hombre y preguntas que el ser humano hace a Dios, muchas veces desde corazones quebrantados por diferentes situaciones.

Vamos a estudiar qué hacemos con las preguntas. Hay cuatro contextos particulares que podemos encontrar en la Palabra: preguntas desde la crisis, desde la contienda y desde la confianza. El cuarto contexto lo veremos al final.

Preguntas desde la crisis: hubo un hombre íntegro y recto que amaba a Dios, este hombre fue Job. Un día, Satanás se presenta delante de Dios y el Señor le dice que si no ha considerado a su siervo, y entonces comienza una conversación entorno a Job entre ellos dos, en la cual el enemigo lo acusaba de tener un falso amor por Dios. Para probar que no era así, el Señor le permite tocar las posesiones, la familia e incluso la salud de Job, todo excepto su alma, y este hombre comienza a padecer un montón de duras situaciones.

Vemos en el capítulo 7 del libro de Job, que él lógicamente comenzó a hacerle interrogantes a Dios. Él en lugar de negarlo en medio de su dificultad, busca acercarse a Él, porque quiere que Dios se presente. Por mucho tiempo hubo un silencio de parte del Señor en medio de su prueba, lo único que escuchaba Job era la burla y el juicio por parte de sus amigos;  sin embargo, es interesante ver lo que dice el Señor en Job 42:7Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job”. A pesar de sus cuestionamientos, Job buscaba al Señor con honestidad en insistencia, y al final Dios le responde, solo que como nos pasa a nosotros, a veces las respuestas que nos da ¡no son las que esperamos! Por eso vemos en Job 38: 1-4 como si Dios simplemente le dijera: “Job, no entiendes todo, pero tampoco necesitas entenderlo todo. Yo soy la única respuesta adecuada”. Job no necesitaba las respuestas, él solo necesitaba un encuentro con Dios, y ese encuentro que vemos en el capítulo 38 es la respuesta.

Preguntas desde la contienda: cuando regresa a Jerusalén la primera generación luego de la cautividad, ellos reciben una promesa en Hageo 2:6-7La promesa de que Dios iba a cambiar su situación “de aquí a poco”, pero esta medida de tiempo es según los tiempos eternos y no los nuestros. ¿Cuál es nuestra actitud cuando no vemos la respuesta o el cumplimiento de lo que Dios ha prometido?

Luego en Malaquias 1:2“Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob”, vemos la pregunta que le hizo el pueblo al Señor durante la segunda generación que regresó y encontró todo en ruinas. Esta pregunta es reflejo de un corazón decepcionado y en conflicto con Dios. A veces no son las preguntas, es qué se hace con ellas. Muchas veces nuestras preguntas comienzan a construir un muro que nos separa de Dios, cuando en realidad deberían ser un puente, que nos permita pasar y acercarnos más al Señor. Las preguntas de Job y el pueblo de Israel eran similares pero la diferencia la hizo la actitud con la cual se hicieron esas preguntas.

Preguntas desde la confianza: Jeremías y Habacuc entre otros profetas, se encuentran en los últimos años antes de la destrucción de Israel. A ambos les tocó ver y vivir injusticias y desobediencias por parte del pueblo, y preguntaban al Señor como leemos en Habacuc 1:3 por qué el permite toda esa situación. Seguramente hemos preguntado también algo similar.

Habacuc no se queja de Dios, lleva a sus quejas a Él, y con esa actitud él va y dice: ok, aquí están mis preguntas, pero ellas son el puente que me llevan a Dios, y aquí me quedaré hasta que Él responda. Es un hombre que conoce a su Dios, y por tanto, decidió esperar a que la respuesta llegara. En efecto, el Señor le responde más adelante en Habacuc 2:4 “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; más el justo por su fe vivirá”. La palabra fe en hebreo también de traduce como fidelidad, y tenemos ambas ideas aquí, que nos invitan a permanecer fieles cuando lo que Dios hace parece no tener sentido.

Hay un cuarto y último contexto que es el más importante de todos, se trata de las preguntas desde la cruz. A veces pensamos que Dios no sabe cómo nos sentimos pero en Marcos 15:34Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”dice que incluso Jesús hizo preguntas al Padre en medio de su sufrimiento. Él nos entiende cuando estamos acostados sin poder dormir, pensando en esas preguntas, y si nos planteamos esas preguntas desde la cruz debemos recordar, que no es un momento de derrota sino de victoria.

Así que no hay nadie que entienda mejor nuestras preguntas, nadie con más autoridad para decirnos en medio de la angustia, de la noche oscura, que hay esperanza y hay victoria en Jesús por medio de esa cruz.

Laura Smith

Culto dominical 22 de octubre de 2017

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Boletín 22 de octubre de 2017

La clave es perseverar 

Mateo 12:25Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá”.

Los evangelios nos presentan directamente la vida, el mover y las enseñanzas de Jesús. En ellos encontramos la esencia de nuestra nueva vida, la decisión de seguir a Cristo a pesar de lo que venga. En ese proceso es bueno recordar que Jesucristo vino con un propósito muy especial, vino para darnos vida y vida en abundancia. El hecho de que vino para darnos vida, nos da a entender que estábamos muertos, como dice la palabra, en nuestros delitos y pecados, pues el que no ha conocido a Cristo no tiene vida.

El Señor Jesucristo vino para traernos el reino. Él mismo lo dice, que Él es el reino de Dios y que quien ha visto sus milagros, se le ha acercado el reino.  Como vemos en Mateo 12:25 el Señor les habla a sus discípulos acerca de la unidad, uno de los principios del reino de Dios, y les explica que lo que no esté en unidad va a venirse a menos. Hay que empezar con una primera casa, y esa primera casa somos nosotros como individuos. Si esa primera casa está dividida, hay guerras emocionales, psicológicas o espirituales, esos conflictos internos nos van a derribar. Debemos resolver primero el problema de nuestro interior, de esa “primera casa”. La segunda casa es el matrimonio, y si queremos vivir la vida abundante en Jesucristo debemos solucionar todos los problemas de nuestro núcleo familiar.

Otro principio que complementa a la unidad en el reino de Dios es la perseverancia. En repetidas ocasiones a través de los evangelios, se menciona la perseverancia como una característica fundamental de los seguidores de Cristo. Mateo 24:13 dice “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”,  como sea debemos perseverar, así sea en nuestra peor condición. Si unimos esta palabra con Hechos 14:22 “confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”, vemos que la palabra “aflicciones” nos habla acerca de asuntos de la cotidianidad que van a afectarnos. Toda nuestra vida va a estar llena de aflicciones, pero lo importante es cómo las manejamos, posiblemente nos equivoquemos en ocasiones, pero eso es parte de ser perseverantes.

Santiago 1:25 “Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”. La perseverancia produce una bienaventuranza, pero hay un punto en el cual el Señor hace especial énfasis, y es en la perseverancia al orar. Es por esto, que denota su insistencia al respecto de este punto en tres pasajes distintos. Si leemos Lucas 18:1-6 observaremos que el juez era un hombre injusto, sin embargo, a causa de la molestia continua que le ocasionaba esta viuda, él le hace caso. En Mateo 7:7 el Señor nos dice pedid y se os dará, en el griego significa pedir constantemente. Porque todo aquel que pide recibe. Hay personas que dicen, pide y se hará en el tiempo de Dios, pero Jesús es más directo y nos dice, pide y no te canses de pedir, porque son los violentos quienes arrebatan el reino de los cielos. Veremos entonces, que el reino de Dios, no se trata de una cosa mística, sino de una vida práctica en donde se nos invita a buscar, pedir y llamar.

Hay personas que piensan que orar no es solo pedir, pero yo sí creo que la oración es pedir y seguir pidiendo. Si observamos el contexto de estos versículos veremos que  se está hablando de las necesidades materiales o físicas que podamos tener.  En ese mismo momento el Maestro les dijo también, Lucas 11:5 en donde cuenta la historia de un hombre que va a importunar a su amigo a media noche para pedirle pan. ¿No es así como actuamos nosotros? venimos a Jesucristo a media noche a exponerle nuestra necesidad.  La esencia de este pasaje es que esa persona tiene una necesidad, y nuestro Señor utiliza esto como un ejemplo de la oración y de lo necesario de ese momento en nuestro diario caminar. Este hombre insistente, levantará a su amigo y este le dará lo que está pidiendo.

Seamos “inoportunos” al orar, eso se lo dijo Jesús a sus discípulos, y nosotros ¿qué somos? Sus seguidores, ¡sus discípulos!

En Lucas 11:11 el Señor insiste en este asunto. El Padre Celestial nos dará lo que necesitamos, pero principalmente, nos dará lo más importante que es su Espíritu Santo. Cuando Jesús se fue dijo que no nos dejaría huérfanos, sino que en su lugar enviaría al Consolador. Así como buscamos insistentemente cubrir nuestras necesidades, así de insistentes debemos ser para buscar al Espíritu Santo.

Jesucristo nos está presentando un doble reto. Primero que tengamos fe en que nuestro Padre Celestial va a responder. Segundo,  nos reta a ser constantes en la oración, apelando a la triple garantía que Él mismo nos ha dado, “sigue pidiendo y recibirás, sigue buscando y hallaras, sigue llamando y la puerta será abierta”, clamemos insistentemente hasta que Dios, nuestro Padre, responda así como dice en Salmos 121:1, porque de los montes el Señor nos va a socorrer.

Daniel Olson

Culto dominical 15 de octubre de 2017

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Boletín 15 de octubre de 2017


¿Dónde están tus frutos?

Mateo 7:15-20 15 “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis”.

En este versículo del libro de Mateo, el Maestro nos quiere decir, que encontraremos a menudo lobos vestidos de ovejas, y seguramente a simple vista sea imposible reconocerlos, pero el Señor nos dice que es por sus frutos que vamos a distinguirlos. La única manera de visualizar al lobo detrás de la oveja es viendo lo que hace. Así de importante es todo lo que hacemos en la vida, y el fruto se relaciona no solo con nuestras acciones sino con nuestros pensamientos. 

A veces pensamos que solo porque no lo llevamos a cabo no es pecado, pero si lo es. Jesús en el sermón del monte condena mas allá de la acción, un simple pensamiento; y nos damos cuenta que a Dios le interesan mucho nuestras motivaciones, por lo tanto, nos demanda un corazón contrito y humillado que se deje moldear por Él, que permita que las conductas erradas se modifiquen, y sobre todo, que pueda dar frutos de árbol bueno. Todo lo que hagamos en la vida, aun los pensamientos, van a producir un resultado, para bien o para mal.

Es tan importante este asunto para Jesús que en Juan 15:16 le dice a sus discípulos: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”. No hemos sido salvos por una oración, estamos aquí porque la gracia de Dios impactó nuestra vida con tal magnitud, que fue impregnado todo nuestro ser por su presencia, al punto que podemos entender que fuimos elegidos por Dios para gracia y honra de su nombre.

Él no nos llamó solo para que nos conformemos con la salvación, nos eligió para que fuéramos  diferentes, para llevar frutos, para que produzcamos buenas consecuencias. Ese fruto que debemos dar no solamente tiene que producir resultados, sino que esos resultados deben permanecer a través del tiempo.

Con frecuencia, nos gusta repetir el final de ese versículo donde dice que todo lo que pidamos al Padre en su nombre Él lo hará, pero no por nada está vinculado con la primera parte. Es una condición, si queremos que esto suceda debemos antes darle frutos buenos y que permanezcan. Por eso Dios nos habla que tenemos que producir en nuestra vida el fruto de la cepa de la cual hemos sido formados.

En el libro de Apocalipsis, el Señor repetidamente amonesta a la iglesia y le recuerda que Él conoce todo de ella, diciéndole en otras palabras: “tú podrás engañar a todos con apariencias, pero a mí no, porque yo conozco tus obras”. Le dice a la iglesia que a Él no se le escapa nada, que ha visto lo bueno, pero también lo malo, que conoce nuestras aflicciones, nuestro arduo trabajo, nuestro amor y servicio, nuestras necesidades y tribulaciones; pero también ha visto que no somos fríos ni calientes, que creemos estar vivos cuando en realidad estamos muertos, que hemos dejado el primer amor, y que no hemos permanecido firme en nuestras convicciones. Por consiguiente el Señor nos dice, ve de donde caíste y arrepiéntete, pues tengo contra ti que no estás viviendo acorde a ese fruto que debería producir mi palabra en ti.

Hay una parábola en Lucas 13:6-9 en la que se da una conversación del Padre con el Hijo. El Señor, es el señor de la viña y Jesús, el viñador. Hay gente que toma un refrán y dice que en la viña del Señor hay de todo, pero eso no puede ser así, en la viña del Señor solo puede haber lo que el sembró.  Así como en la parábola, el Padre vino a buscar su fruto, Él vendrá a ver las consecuencias de lo que  sembró en cada uno de nosotros. Jesús nos conoce perfectamente, y aun así, intercede ante el señor de la viña para que no nos corte, para que tengamos otra oportunidad más; le pide que le deje trabajar en nosotros, cavar a nuestro alrededor y abonarnos, pues Él quiere hacer todo lo posible para que seamos los hombres y mujeres que Él desea, que donde se paren mantengan su frente en alto porque viven conforme al evangelio, y que sus vidas honren a Dios pues corren a diario diligentemente para hacer lo que el Señor los llamó a hacer. 

José Gregorio Ferreira

Culto dominical 08 de octubre de 2017

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Boletín 08 de octubre de 2017

 

Cuando es Dios el que pregunta

Job 38:2 “¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? Ahora cíñete la cintura como un hombre: yo te preguntaré y tú me contestarás.”

Cuando vemos la escritura, nos damos cuenta de que la palabra del Señor es una constante conversación que Él establece con cada uno de nosotros.  En la palabra encontramos muchas conversaciones, el Antiguo y el Nuevo Testamento están llenos de ellas, e increíblemente casi todas estas pláticas las empieza Dios. 

Encontramos a través de toda la biblia que Dios quiere hablar con nosotros, y dentro del ámbito de esa conversación Él establece ciertas interrogantes, sin embargo, somos nosotros los que  con frecuencia pasamos el tiempo haciéndole preguntas a Dios o pidiéndole cosas, y luego cuando nos las da, resulta que no es lo que esperábamos; y entonces comenzamos a insistirle con preguntas o a pedirle soluciones para ese problema en el cual nos metimos por nuestra cuenta.

La mayoría de las veces no caemos en cuenta que muchas respuestas a las preguntas que le hacemos a Dios las tenemos frente a nosotros, y simplemente queremos evadir nuestra responsabilidad echándole la culpa a Él por las malas decisiones que hemos tomado.

Y es entonces cuando Dios, en medio de esas conversaciones,  busca precisarnos para poder darnos lo que tiene para nosotros. Él necesita que tengamos claridad en qué queremos, dónde estamos, y a dónde queremos llegar. Solo contestando estas interrogantes podremos estar bien seguros de que estamos en el camino correcto para alcanzar lo que Dios tiene para nuestras vidas.

Al leer Juan 18:37Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.”, es interesante ver que Jesús al punto de morir, es juzgado por Pilatos siendo acusado de hacerse llamar rey. Y la respuesta que Él le da a este hombre cuando lo interpelan, es muy clara. Jesús estaba muy claro de cuál era su misión, y para qué había llegado a ese momento. Sabía muy bien para qué había nacido.

Así mismo, Dios quiere que aprendamos para que hemos nacido. Es entender que nacimos con un propósito claro de Dios, y que Él nos va a preguntar que estamos haciendo con eso. Debemos comprobar si estamos caminando en ese plan que Dios puso delante de nosotros. Jesús lo tenía muy claro, por tanto, nosotros también  tenemos que estar muy claros en eso.

En la escritura encontramos también a un personaje que pasó por muchas cosas en un momento de su vida, se trata de Job, quien en medio de su situación comienza a cuestionarle a Dios el porqué de tantas cosas, el porqué de su ruina, de su enfermedad y de su pérdida familiar. Pero hay un momento en el que aparece el Señor, y en Job 38:2 “¿Quién es ése que oscurece el consejo
con palabras sin sabiduría? Ahora cíñete la cintura como un hombre: yo te preguntaré y tú me contestarás.”
le responde Dios a Job desde un torbellino, y le reclama por estar hablando tantas necedades. A veces el Señor en medio de nuestra queja, nos dice exactamente lo mismo. 

Los versos que siguen son una demostración del poderío y la soberanía de Dios, pues ahora es Él quien  hará las preguntas a quien le cuestionaba. En Job 40:6-14 comienza Dios a interpelar a Job y a preguntarle hasta en tono un tanto irónico. Quién es Job para disputar con Él, o para juzgar al juez justo, y reta a este hombre a tratar de compararse con Él. Entonces vemos como Job no pudo más que enmudecer ante Él, y reconocer que Dios estaba en lo correcto y que lo había puesto en su lugar.  Así a veces le toca hacer con nosotros, porque quiere precisarnos y hacer cambios en nuestras vidas, por lo tanto le toca ponernos en nuestro lugar y hacernos caer en cuenta de todo lo que hemos hecho, para bien o para mal.

A veces tomamos decisiones que no son guiadas por Dios, pero  cuando algo nos sale mal si queremos involucrarlo. El problema es que desde el inicio nunca la consultamos a Él si debíamos tomar o no esa decisión, y  llevamos entonces nuestra vida a la deriva como si Dios fuera quien nos dirige, pero Dios no está hablando allí. Muchas personas quieren conocer la voluntad del Señor y la buscan en todos lados menos donde realmente pueden hallarla, para conocerla solo hay  ir a su palabra, y allí podemos encontrar que es lo que quiere Dios para todas las áreas de nuestra vida.

La primera pregunta que Dios hace hoy es: ¿Dónde estás tú? Y es lo mismo que pregunto Dios en el Edén, cuando notó una actitud extraña por parte de Adán, y decide seguirle el juego como si Él no supiera dónde está. Si Adán se escondió no fue por nada bueno. Lo que el Señor trata de decirnos a través de esta pregunta es que lo primero que tiene que pasar para que Él obre en nuestras vidas  es saber en dónde nos encontramos y cómo llegamos ahí. Así como con el primer hombre, el Señor que es un Dios personal,  continua hoy estableciendo una conexión personal con cada uno, Dios no cambia su idioma, con amor, sinceridad y poder Él impactará nuestras vidas si de corazón nos acercamos a Él, y entonces tendremos dirección.

Dios no solo pregunta ¿dónde estás?, sino que además pregunta, ¿qué haces allí? Eso se lo dijo a Elías en 1 reyes 19:9Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?”, mientras todo fluía hacia la voluntad de Dios, pero apenas se le pusieron las cosas difíciles, ¡Elías huyó! y en medio de su huida Dios lo intercepta y le pregunta, Elías, ¿qué haces tú aquí? en ese momento en vez de admitir que estaba asustado, lo que hace es justificarse, y Dios vuelve a preguntarle para que se sincere, pues Él no ha dejado de ser Dios. ¿Qué estamos haciendo en una situación en la cual nosotros mismos nos metimos? Eso debe hacernos reflexionar.

Lo siguiente que pregunta Dios es ¿qué es lo que has hecho?  Eso se lo dijo a Eva en el génesis. Nos encanta echarle la culpa a los demás, así como hizo Eva con la culebra y Adán con su mujer, porque no nos gusta reconocer nuestros errores. Empezamos a quejarnos de todo lo que nos acontece, en vez de hacer como Daniel que no se quejó,  sino que en medio de todas sus pruebas adoró a Dios, ayunó, oró; porque si no se hace por las buenas entonces será por las malas, y solo entonces admitiremos que estamos en esa situación porque nosotros mismos nos lo buscamos, porque no buscamos su dirección antes de actuar.

¿Cuánto tiempo hace que estás en eso?, eso se lo preguntó Jesús a un padre en el evangelio de Marcos 9:21. Cuánto tiempo que estamos en esa situación, cuando ya el Señor nos ha dicho que nos enderecemos o que cambiemos esa situación. Es profunda la conversación, la importancia de eso es que reconozcamos que tenemos cualquier cantidad de años en los que Dios nos dice: Hijo, aquí estoy, sentado a la mesa para servirte y darte de comer, para hablar contigo íntimamente, pero resulta que más de una vez le hemos dejado el asiento vacío a Dios en la mesa  y no nos hemos tomado el tiempo para conversar con Él.

 A veces podemos pasar el día sin siquiera haberle dado los buenos días a Él, nos olvidamos de nuestro Padre, quien nos busca constantemente, pero somos nosotros los que no nos decidimos a estar con Él, y andamos cual Elías huyendo de cueva en cueva pudiendo habitar en su presencia.

La quinta pregunta es ¿qué buscas? Porque nos encanta buscar lo que no se nos ha perdido. En Juan 1:38 Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras?”, vemos que Jesús le preguntó a sus discípulos qué buscaban, y ellos solo dijeron que querían saber dónde moraba, porque donde habitara Él ahí querían estar ellos. Dios nos dice en esta conversación: “precisen bien que están buscando, ¡porque el que me tiene a mí, Yo soy más que suficiente!, yo soy quien abre las ventanas de los cielos sobre sus vidas. Busquen mi rostro y yo responderé, yo hablaré, yo diré y no poco, sino medida grande, apretada y remecida. Solo es necesario que tengan una verdadera relación conmigo, quiero que sean sinceros y se aclaren delante de mí”.

Cuando respondemos esta pregunta Dios nos hace otra, ¿quién te enseñó eso? La misma que le hizo a Adán. Quiero que se sinceren, y que me digan si yo les enseñé esto, si en mi palabra dice que deben hacer todo lo que están haciendo mal. ¿Quién les enseñó a vivir de esa manera? ¿Tanto tiempo en el evangelio y todavía no han aprendido? No estamos aquí para poner los ojos en el otro, sino para poner los ojos en aquel que es el consumador de la vida, para seguirlo a Él, y amarlo solo a Él.

¿Quién te lo enseñó? Yo no fui, dice el Señor… y ahora pregunta, ¿dónde está tu fe? Se lo dijo Jesús en más de una ocasión a sus discípulos, y eso se refiere no solo a creer sino a todo lo que hemos aprendido; ¿dónde está tu fe? ¿Dónde están los principios que he puesto en sus vidas?

Y la última pregunta que el Señor nos hace nos sorprende, porque esperamos que a causa de nuestros actos nos reprenda y nos exilie, pero con todo y eso, viene el Señor y nos dice: ¿qué quieres que te haga? Porque con todo el desastre que hemos hecho, no dejamos de ser sus hijos amados, y el Señor quiere hacer algo en nuestras vidas, algo mucho más profundo, pues tiene grandes propósitos que cumplir en nosotros.

José Gregorio Ferreira

Culto dominical 01 de octubre de 2017

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El poder de un clamor

Jeremías 33: 1-3 Vino palabra de Jehová a Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo: Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre: Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”.

Hay muchas cosas que asustan al ser humano, usted estará de acuerdo conmigo en que el hospital y la cárcel son las más terribles. Ahí descubrimos que nuestras amistades no son tantas como pensábamos, nos damos cuenta que las personas que tuvimos a un lado son los que verdaderamente nos quisieron y apoyaron. Descubrimos que hay gente que quiere ir hasta allá a darnos aliento pero no pueden llegar, pero bendito sea nuestro Dios y Padre, que aún en la cárcel o en dificultad, aun estando limitados por el tiempo o por la distancia, por cualquier clase de obstáculo, Dios tiene el poder para llegar hasta usted,  para bendecirlo y darle palabra de ánimo.

Es valioso entender ese término de “aún”, quiere decir que había una circunstancia que limitaba a la mayoría. No todo el mundo tenía acceso a Jeremías, nadie quería acercarse a él en la condición de preso, pues era una situación de las más despreciables. Pero aún en esa circunstancia, el Señor no se olvida de sus hijos, y hasta ahí llega su Espíritu Santo, porque a Él no lo detienen barreras ni cárceles, Él llega hasta usted, lo bendice y lo anima.

Ahora, lo maravilloso del mensaje tras estos versos es que el Señor nos invita a clamarle, prometiendo que Él responderá, y más allá de eso, promete mostrarnos esas cosas ocultas que solo a él le pertenecen. Clamar es solicitar algo con mucha desesperación, aquello que usted considera imposible, con gemidos y llanto, con un estado de desesperación. Usted puede clamarle a un ser humano y podrá conseguir respuestas, sin embargo, es probable que cuando se presente una mala circunstancia nadie aparezca. Pero aquel que dice: “yo te responderé”,  es aquel que fundó la tierra y el que la afirma, es quien nos diseñó junto a la creación, desarrolló su obra, nos hizo y además cuida de nosotros permanentemente. Si hay que corregir algo, el Señor lo corrige, lo mejora, Él jamás se va a desentender de ti, pues eres la obra de sus manos.

Al clamarle nuestras necesidades a otros, estamos angustiándonos y afanándonos, pero cuando le clamamos a Él, estamos completamente seguros que él responderá.  

Ahora bien, hay que entender el término de “cosas ocultas”. Cada vez nos damos cuenta de cuán ignorantes somos acerca de la creación, y si no conocemos el mundo visible,  imagínese lo ignorante que somos de lo invisible. Lo invisible no se revela por ciencia, se revela por fe; es por eso que tenemos que acudir a la presencia de nuestro Señor, a través de la oración, y clamar para que él abra nuestro entendimiento, pues hay muchas señales que nuestros ojos ven, pero que no que significan lo que nosotros creemos. Tal vez, tú estás allí desesperado, angustiado con una situación, con un diagnóstico clínico o con una necesidad económica, quizás estás cansado de ver personas que han vivido en la injusticia y prosperan más que tú, pero ten siempre presente que el Señor es dueño de todo, y que nada se escapará jamás de su control. Él es tu sanador y tu libertador.

Hno. Manuel Herradez

Culto de ministración del Espíritu Santo 26 de septiembre de 2017

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Boletín 01 de octubre de 2017

Confía y espera, ¡Él escuchará!

Salmos 40:1-4 “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira”.

El contexto de este salmo es por demás interesante, porque en el encontramos un propósito doble. El propósito principal es que coloquemos nuestra confianza plena y absoluta en las manos de Dios;  y dentro de ese mismo propósito está el poder animar a otros a que puedan alabar y glorificar al Señor en tiempos de necesidad o de angustia,  y a pesar de cualquier situación personal.

De alguna manera todos podemos identificamos con este salmo. Siempre hay una primera vez en la que llegamos a estar en el pozo de la desesperación, pero la misma palabra es tan hermosa y única, que nos da la dirección y las pautas para que podamos caminar en ella, aferrándonos a cada promesa y atesorándola en nuestros corazones, de manera que venga a ser parte esencial en nuestras vidas.

El salmista comienza señalando un aspecto de la presencia del fruto del Espíritu Santo, la paciencia. La única forma a en la que podemos tener una espera satisfactoria o en confianza, es darle espacio a la tercera persona de la trinidad que habita en nosotros, la cual enseña en su expresión a saber esperar.

Sabemos bien lo difícil que es esperar, y más cuando estamos atravesando alguna situación difícil en particular, sin embargo, vemos el ejemplo del salmista, quien nos presenta una espera de absoluta confianza  en el Señor.  Se trata de reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas, y de conocer que bueno es el Señor, y que así como no tardó en hacerse presente en la vida de este hombre, así mismo no tardará en manifestarse a la nuestra.

Tenemos un Dios que no está ajeno a nuestras circunstancias y situaciones, Él siempre está allí para darnos un momento de salida y de paz. En medio de ese pozo, que bueno es saber que tenemos esta palabra que nos recuerda que podemos confiar en Dios y esperar en Él. Quizás no tenemos las respuestas en ese momento o las soluciones, pero si podemos tener la seguridad de que el Señor, nuestro Dios, está con nosotros para llenarnos y fortalecernos, en especial en esos momentos difíciles.

Pacientemente esperé yo a Jehová…”, no hay otro lugar donde podamos esperar, y es grandioso saber que nuestro Dios no nos defrauda. Él oye nuestro clamor sin importar el lugar en el que estemos, o el tamaño de la situación que enfrentemos, nuestro Dios es más grande que todo eso. Porque nuestras fuerzas y nuestra confianza están puestas en el Señor. Él es el dueño de todas las cosas, nosotros solo somos administradores de su gracia y su bondad. Dice la palabra que el Señor se inclinó para sacarnos no solo del valle de desesperación, sino del lodo cenagoso, y aunque andemos en valle de sombra de muerte, no temeremos mal alguno, su vara y su cayado nos infundirán aliento y nos darán fuerzas.

Nuestro Dios no está lejos, ¡Él está cerca! Y así como sacó a este hombre del pozo de la desesperación, el Señor sigue sacando hoy a quien esté dispuesto a clamarle y a esperar su rescate.  Su palabra dice que es bienaventurado el hombre que en Él tiene sus fuerzas. Habremos de atravesar el valle de lágrimas, pero la gracia y la presencia de Dios habrán de llenar nuestras vidas.

Y no solo promete en esta palabra sacarnos de aquel pozo, sino que además dice que tomará nuestros pies y los colocará sobre una piedra, y no hay otra peña que Cristo Jesús, Él nos afirmará y pondrá un canto de alabanza en nuestras bocas, y esto traerá entonces la gloria y la presencia de Dios de una manera tan especial que será de testimonio para otros. 

¿Sabes que eres bienaventurado? Lo eres porque has puesto tu confianza en el Señor, y cuando esto sucede, vas a mirar todo desde una perspectiva distinta, y confiarás y esperarás. El Señor tendrá respuesta en su momento y no en el nuestro.  Lo que sucede es que a menudo nos saltamos los tiempos, y no dejamos que Dios haga lo que Él quiere hacer, debemos tener la certeza de que el que comenzó la buena obra la perfeccionará hasta el fin de los tiempos.

Nuestros pensamientos no son los pensamientos del Señor. Los pensamientos de Dios son de paz, de gracia y de bendición. Pongamos todo en sus manos, hagamos lo que tengamos que hacer y dejemos que el Señor haga. Esta actitud de esperar pacientemente trajo resultados en la vida del salmista,  Dios se inclinó, eso significa que nuestro clamor no queda en el vacío; el Señor escucha, y cuando Él escucha, entonces se acerca y nos comienza a levantar y a colocarnos en el lugar donde tenemos que estar.

Santiago Montero

Culto Dominical 24 de septiembre de 2017

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En medio del valle

Salmos 23:4 “Aunque en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”.

Existe un lugar dónde ni tú ni yo podemos hacer nada, excepto esperar en el Señor, y es el valle de sombra de muerte. Estar en el valle es diferente a estar en la montaña. En la montaña se tiene mejor vista, es más fácil esconderse y hay muchas más opciones para estar seguro; pero el sitio en donde tienes todas las posibilidades de perder y ser herido, en donde no puedes huir, es en el valle. Estás expuesto a los dardos y cañones del enemigo, es ese lugar del cual no podemos huir, donde hay posibilidades de perderlo todo; y es precisamente ese lugar en donde estás o has estado, pero a pesar de eso, justo en ese lugar, el Señor siempre ha estado y estará contigo.

Hay creyentes que piensan que porque Jehová está con ellos nada les pasará, y eso es falso. Jehová irá delante de ti aplanando las cosas, pero eso no significa que no pasarás por el valle, significa que pasarás, pero que el Señor estará contigo. Atravesarás el valle de sombra, pero al final está la victoria del Señor para tu vida.

El valle de sombra de muerte de alguna manera persigue al cristiano, porque satanás cree que zarandeándonos puede con nosotros, pero el cristiano es como el enjambre de abejas mientras más lo jorungas más glorifica al Señor. El Señor cambia las circunstancias y usa lo que tenga a mano para sacar lo mejor de ti. El valle de sombra de muerte le da a tu vida la oportunidad de que Dios se manifieste.

En 2 Corintios 12:9 el Señor te dice: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. Tú, que pasas por circunstancias, ¡levántate y resplandece! y sobre ti reposará el poder de Cristo, ese poder que transforma vidas y que hace de las circunstancias más oscuras, oportunidades que obren para tu bien.

Jesús hoy te dice: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? el Señor está presto para escuchar la súplica de sus hijos, y hoy verás la gloria de Dios saliendo de ese valle oscuro, y al Señor yendo delante de ti y esperándote para darte la vitoria.

José Luis Woodberry

Culto de ministración del Espíritu Santo 19 de septiembre de 2017

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Boletín 24 de septiembre de 2017

Injertados por su gracia 

Romanos 11:16-24Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo,no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme.Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará.Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar.Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo? Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito:Vendrá de Sion el Libertador,Que apartará de Jacob la impiedad”.

Pablo asume valientemente la tarea de hablar al pueblo de Israel, pues estaba muy preocupado por el rechazo de los judíos hacia el Señor Jesucristo. Él entendía perfectamente que cuando alguien rechaza a Cristo, se enemista con él y se endurece contra él. Hablaba, en otras palabras,del endurecimiento del corazón, y como el transgredir la ley de Dios sin arrepentirse ocasiona ese estado en el corazón del hombre.

Sin embargo, no todos los judíos se endurecieron, solo aquellos que entregaron junto con los romanos a Jesús.Este endurecimiento ha creado una mentalidad en la cultura judía que se ha extendido hasta nuestros tiempos. Aun conociendo esta condición, Pablo se esfuerza en hablar a los judíos por amor a ellos, y porque quería que fueran salvos. Usa entonces una alegoría que hace referencia al árbol de olivo, muy significativo para los israelitas, y a través de esta, da razón de cómo se extiende la gracia hacia los gentiles.  

El pueblo judío es esa rama que fue desgajada del olivo a causa de su incredulidad, y el olivo silvestre somos usted y yo, los gentiles, quienes fuimos injertados en esa promesa de salvación, por la gracia y la misericordia de Dios. El pueblo judío fue temporalmente endurecido, pero poderoso es Dios para injertarlos de nuevo cuando sea el tiempo.

Pero Pablo no solo habla a los judíos, en los últimos versos nos exhorta a nosotros como gentiles a tener cuidado, a mantenernos reverentes ante la vida, y antes los demás, humildes de espíritu, benevolentes;procurando siempre permanecer en la gracia y la bondad de Dios. Pues estamos ahí, injertos como gentiles meramente por la gracia de Dios que nos alcanzó, y esa gracia produjo en nosotros la fe para creer que Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, habitó como Jesús, y dio su vida por todos nosotros para el perdón de nuestros pecados. Cristo tomo la muerte y la venció; resucitó, subió a la diestra del padre, y en su gracia derrama su Espíritu sobre toda carne para convencernos de nuestros pecados y para traernos a la justificación que es por la fe, para que creyendo podamos ser salvos. Nada de nuestra buena obra da mérito para alcanzarla, solo la gracia y bondad de Dios.

Por eso, el consejo de Pablo es que no nos ensoberbezcamos en nuestra fe, no podemos jactarnos; no somos más que otros, lo único distinto es que somos pecadores redimidos por la sangre de Cristo y podemos dar gracias por eso.

Israel marca la pauta para el resto de las naciones, y este endurecimiento del pueblo judío que data de miles de años no será para siempre, llegará un momento en que se deshará ¿hasta cuándo? hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles, hasta que todos los gentiles hayan sido llenos de la revelación de Dios.

Por tanto vemos en Mateo 24:14y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”, ¡Ya el rey viene! Nuestro afán es que conozcan al señor, para que él venga pronto y con él, su reino.

A través de la historia han ido evolucionando los medios para la predicación de la palabra. Primero la imprenta, la televisión, ahora internet, videos, aplicaciones; herramientas a través de las cuales se puede exponer el mensaje a millones de personas. Así que dentro de poco tiempo no habrá justificación para que ni una sola persona diga que no conoce el evangelio.

Hasta en los lugares más lejanos, el Señor tiene gente a quienes ha inquietado con la misión de alcanzar esos lugares, y esas personas dirigidas por el Espíritu, corren diligentemente a esta tarea. Eso es lo que está ocurriendo en este tiempo. Este es el tiempo cuando la plenitud de los gentiles se va a dar.

Estas son señales del fin. Cuando todos los gentiles hayan escuchado el evangelio, todo Israel será salvo. ¿Cómo ocurrirá esto? En Zacarías12:10 vemos la respuesta: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.”

La gente empezará a bajar sus defensas y a cambiar sus reacciones a través de ese espíritu de gracia, y entenderán que es el favor de Dios; y solo entonces su corazón podrá abrirse a nuevas posibilidades. Cuando esto pase, la gente estará mirando desde todos los lugares del mundo al Señor, a quien traspasaron, y levantarán la mirada, y llorarán de arrepentimiento por todo lo que hicieron en el pasado. Y entonces, un manantial abierto de la sangre de Cristo vendrá a ellos, y serán purificados de todos sus pecados. Ya no habrá división entre los gentiles y los judíos, y todos le alabarán y glorificarán, y el mundo entero vendrá a los pies del Señor. Todo lo que haya en la tierra, y debajo de la tierra,declarará que Jesús es el Señor.

Pastor Samuel Olson
Culto dominical 17 de septiembre de 2017

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Jesús te ve en la multitud

Juan 5:3-9 “En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.”

Estos versos de la palabra nos ayudan a caminar confiados en Dios, habla de una multitud que esperaba gracia de parte de Dios, no se sabe el número exacto pero dice que era una multitud, tantos pensamientos y emociones encontradas en ese momento. Cada cierto tiempo el agua se movía, y uno sólo de ellos podía alcanzar su gracia cuando eso ocurría, leemos en particular de un hombre que hacía 38 años estaba esperando allí con su enfermedad, tenía 13.870 días esperando, con el anhelo, el deseo, de que Dios se acercara, de que el agua se moviese para él en algún momento, debió ser agónico.

No sé de cuánto tiempo ha sido tu espera, pero con toda certeza, y toda seguridad cuando Jesús nos ve en medio de una multitud es para que veamos la extensión de su gracia, su bondad, Él se condolió por este enfermo que vivía por debajo de las posibilidades que se le había dado para vivir.

Hoy te está viendo, ve tu dolor, tu enfermedad, tu necesidad, pero llegó el tiempo de la sanación, de la santidad, Dios no nos abandona, no sé el tiempo ni el momento pero se acercará a tu vida y tocará lo que deba ser tocado, para Él no hay tiempo, lo importante es que el Señor te está  viendo y si Él te está viendo es porque su gracia no se ha cortado, podemos cantar, adorar, glorificar, cree, confía en que Él te puede tocar.

Cuando vio al enfermo le preguntó si quería ser sano, y este hombre racionalizó su respuesta, porque muchas veces estamos en una iglesia pero no queremos recibirle, estamos en un lugar de sanidad, pero no queremos ser sanos, Dios te pregunta hoy ¿Quieres ser sano? ¿Quieres ser libre? Jesús no le estaba preguntando si la gente lo metía o no en el agua, sino si Él quería ser sano, porque hasta el momento su vida giraba en torno a otros, no es que otros oren por ti, otros te traigan a la iglesia, es momento de que te levantes activando tu fe para que veas su gloria descender a tu vida.

Jesús le respondió que era tiempo de que se levantara, es tiempo de que actives lo que Él ha puesto dentro de ti, lo más importante de este planeta, el Espíritu Santo, dice la escritura que este hombre fue sano, bendito sea su nombre.

Santiago Montero
Culto de ministración del Espíritu Santo 12 de Septiembre de 2017

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