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Boletín domingo 1 septiembre 2013

Tumb_01Sep2013Nuestra habitación celestial

El Apóstol Pablo, en la Segunda Carta a Los Corintios, reconociendo que la cultura griega de ese pueblo, negaba la resurrección del cuerpo y que la mayoría consideraba la vida después de la muerte, sólo como algo relacionado con el alma; nos revela que sólo a través del Espíritu Santo, quien mora en nosotros de manera manifiesta, obtendremos vida eterna. El contrasta nuestro cuerpo terrenal, denominándolo “morada terrestre”, con nuestra resurrección, la cual describe
como “nuestra habitación celestial”, una casa eterna en los cielos.

Nuestra morada terrestre, nuestro cuerpo, se deshace, se convierte en polvo; sin embargo, para quienes estamos en Cristo, quienes somos morada del Espíritu Santo, nuestro cuerpo nos identifica, revela nuestra identidad (espíritu y cuerpo), intrínsecamente relacionados.

Jesús viene a morar en nosotros, a través del Espíritu Santo. Tendremos una nueva morada en Cristo: una casa no hecha con manos humanas, sino por Nuestro Señor Jesús. Una morada eterna, en los cielos. Allí viviremos con el Señor, por siempre; porque nuestros cuerpos resucitados serán hechos de nuevo, perfectos, para nuestra vida eterna. “Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial”.2 Corintios 5:2

Pablo describe nuestros cuerpos resucitados, constituidos por nuestras personalidades e individualidades, mejorados por medio de Cristo y su obra. Ya no tendremos más dolor, ni enfermedades, ni padeceremos de los males terrenales. El
Espíritu Santo en nosotros es la garantía de lo que Dios nos tiene reservado, un cuerpo revestido y eterno, que nos será
dado al resucitar. “Pues así seremos hallados, vestidos y no desnudos” 2 Corintios 5:3.

Tenemos eternidad, tenemos vida eterna en Cristo. Lo mortal que hay en el hombre, será absorbido por lo incorruptible, por lo eterno, en esta nueva realidad. “Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu” 2 Corintios 5:5 Seremos rescatados de los muertos y tendremos una nueva vestimenta. Ahora bien, cabe
preguntarse: ¿Es Ud. Morada del Espíritu Santo, o es sólo un deseo, un ojalá? ¿Podemos decir que tenemos la garantía de
ese mundo de felicidad, de ese mundo de lo eterno?

Recuerden que para aquellos que creemos en Cristo, la muerte sólo es el preludio a una vida eterna con Dios. Nuestras vidas continuarán, créalo y deje que esta esperanza le de confianza y lo inspire para ser un cristiano a tiempo completo. Si bien la vida eterna es un don gratuito, basado en la gracia de Dios, cada uno de nosotros será juzgado por Cristo.

Este juicio nos recompensará por la forma como hayamos vivido. El don de la gracia de Dios en la salvación no nos libra de la fiel obediencia. Todos los cristianos debemos rendir cuentas por la forma cómo hemos vivido. Entonces, vale la pena vivir con la certeza de la eternidad y vivir de tal manera que Jesús derrame en nosotros su esencia.

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