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Boletín domingo 25 de agosto 2013

Tumb_25ago2013Los Días Malos

Los creyentes siempre enfrentamos días malos, hostiles, de depresión. Tenemos que aprender a vivir de tal manera que podamos superarlos. ¿Cómo andar en los días malos? Para vivir, sabiamente, como cristianos, en esos días debemos
llenarnos con el Espíritu Santo y evitar andar como necios.

El Apóstol Pablo nos recomienda, en su Carta a los Efesios (5:17-21) que no
seamos insensatos, sino entendiendo cuál es la voluntad del Señor. Los cristianos debemos enfrentar esos días malos, no eludiéndolos, no evitando enfrentar los problemas o embriagándonos; por el contrario, en esos momentos abramos nuestro corazón al Espíritu Santo. Pablo contrasta la temporalidad que da la
embriaguez del vino, con el gozo duradero que produce la presencia del Espíritu Santo en nosotros. En Él encontraremos un gozo mayor, perdurable. Al someternos a su dirección y entregarnos a su poder, podremos superar las pruebas.

Cuando estamos tristes, decaídos, preocupados es muy difícil dar gracias, pero si nos proponemos a vivir llenos del Espíritu Santo, podemos lograrlo.

¿Cómo? Analicemos lo que significa este mandato: “Pónganse a vivir llenos del Espíritu Santo”.

1° Es un verbo imperativo. Un mandamiento. No se puede vivir dependiendo de las fuerzas humanas, por eso al tener al Espíritu Santo en nuestras vidas, el amor perfecto de Dios nos llena de tal manera que podemos enfrentar los problemas y el dolor.
2° Es un verbo conjugado en presente y en plural. La llenura del Espíritu Santo es para hoy. Así como hemos experimentado su presencia en el pasado, la renovamos cada día. En el presente, en el hoy. También es un verbo en plural. No incluye sólo a los líderes, ancianos, misioneros, sino a toda la iglesia.
3° Es un verbo pasivo. No ejecuta
la acción, sino que la recibe. Es un mandamiento coherente con la doctrina del Espíritu Santo, la tercera persona de La Trinidad. Este verbo es una invitación, un mandamiento. Nos instruye sobre qué hacer en los días malos.

¿Cómo hacerlo?
a. “Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”. Efesios 5:19. Hagámoslo no sólo con los salmos de amor, sino Incluyendo aquellos salmos con palabras
perturbadoras, que hablan de temor, de ira, de venganza. Hablemos con Dios con todos nuestros sentimientos, de manera honesta, diciéndole cuán vulnerables somos.
b. Este verbo en gerundio, este mandato, nos dice que cantemos y alabemos al Señor con nuestras oraciones. Alabándolo permanentemente y cuidando lo que dejamos entrar a nuestro corazón. Si bien es importante saber cuánto del Espíritu Santo hay en nosotros, no es menos valioso saber cuánto de nosotros tiene de Espíritu Santo.
c. “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” Efesios 5:20. Dar gracias siempre, en cada momento, a cada hora; no sólo cuando todo salga bien. Busquemos y agradezcamos a Dios en lo grande y en lo pequeño. Él está presente siempre y todo está bajo su control. No nos dará pruebas más grandes que las que  podamos soportar.
d. Sometiéndonos unos a otros. Sujetándonos en el temor de Dios. Al respecto, Efesios 5, a partir del versículo 22, detalla las obligaciones de las casadas, de los maridos, que debemos leer y entender; conocer nuestras  responsabilidades, nos fortalece. Estudiemos los versículos relativos a los hijos, los cuales tienen promesa; los de los amos que hablan de sus responsabilidades y también los de los siervos; los de la Iglesia, como miembros del Cuerpo de Cristo.

Dios no hace acepciones. El ha puesto en perfecto equilibrio beneficios y privilegios. Dispongámonos a vivir en el  Espíritu Santo, con transparencia, cantando, dándole gracias, sometiéndonos unos a otros. En la vida cristiana luchamos diariamente contra las fuerzas malignas y, para contrarrestar sus ataques, debemos depender de la fortaleza de Dios.

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