Y no nos metas en tentación
Mateo 6:13 Y no nos metas en tentación.
La oración del Padre nuestro va tocando varios puntos los cuales son por si solos son un manantial de sabiduría y conocimiento para nosotros; Dios como nuestro Padre, su magnificencia al estar en los cielos, Su santidad, el anhelo que Su reino tome nuestras vidas la necesidad de que se haga Su voluntad, la provisión de Dios y Su perdón, hoy desarrollaremos “no nos metas en tentación”.
En la oración del Padre nuestro vemos la inmensidad de Dios y la necesidad del hombre de ser perdonado y guardado del pecado. Si una persona se quema con fuego no querrá que eso ocurra de nuevo, o quien ha sufrido una fractura de un hueso jamás deseará que eso vuelva a suceder, algo así ha de ser nuestra actitud ante el pecado y la tentación.
No nos metas en tentación es el clamor del pecador que le dice a su Señor que no quiere hacer nada que le ofenda, es la declaración de nuestra debilidad y la confesión que nuestra naturaleza es pecaminosa.
Para ejemplificar esto imaginemos que por un instante el Dios que nos toma de la mano y nos guía dejara de hacerlo, o que por un momento la fuerza divina que nuestro Padre nos ha dado para afrontar las dificultades fuera removida de nosotros, ante tales escenarios estaríamos irremediablemente perdidos, a ello nos expondríamos si Dios permitiera que estemos en tentación.
Este clamor reconociendo la debilidad del ser humano fue el que hizo el rey David luego de haber pecado con Betsabé, veamos el Salmo 51:11 No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. David sabía que había pecado, pero su mayor preocupación, su angustia, era que Dios se apartara de él, David sabía que sin la fuerza que provenía de su Señor estaba perdido, sin rumbo ni esperanza.
Todo cristiano debe clamar a Dios de manera genuina el no caer en tentación, debemos orar para que nuestra debilidad no se enfrente a la tentación sin la fuerza de Aquel que venció la muerte y el pecado.
En esta semana de oración humillémonos y pidamos a Dios genuinamente que su bondad nunca se acorte y nos proteja de pecar.