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Boletín 17 de Septiembre de 2017

Dios es para todos

Romanos 10:9-19 “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus palabras. También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo; Con pueblo insensato os provocaré a ira.”

Pablo le habla a los judíos que no entendían como Pablo había confiado en Cristo, le hacían la guerra y él, a lo largo se defendía, haciendo entender lo que era el tesoro invaluable que había cambiado toda su vida, entendiendo la salvación, la fe, la gracia de la libertad en Cristo. Esto tras vivir una vida legalista tratando de llegar a Dios, descubriendo que esto no le justificaba, era una vida buena y exigente pero no le daba paz, la paz la descubrió al rendirse a Cristo, allí encontró la certeza y la seguridad.

Y en este capítulo se pasea por la historia del pueblo judío, un pueblo rebelde al cual Dios sigue extendiendo sus brazos, cual padre con el hijo pródigo, por lo que ya no dependemos de nuestra justicia sino de la justicia de Dios, Señor de nuestra vida. Cuando confesamos, creemos, somos salvos de una vida sin dirección ni propósito, salvos del presente y del pasado, encaminados sabiendo que como hijos de Dios somos parte del cuerpo de Cristo, salvos para el futuro, salvos para la eternidad en la cual viviremos por siempre con el Señor.

Dios es para todos, somos sus criaturas y nos ama por igual a todos, para Dios todos somos iguales. En el cuerpo de Cristo no hay nadie que sea más que otro, quizás tenemos formaciones distintas pero delante de Él no hay judío, ni griego, ni rico, ni pobre, ni culto, ni inculto, es algo que ha costado mucho para el hombre entender, no lo quiere aceptar, pero es que todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

Muchos oyen el evangelio, muchos escuchan de distintas formas a un Dios que habla, por predicaciones, por evangelizaciones pero Pablo nos trae el ejemplo de Isaías, que demuestra en Isaías 53 que le había hablado al pueblo, una y otra vez, a través de cientos de años instándoles a salir de la idolatría, de la maldad, de la injusticia, a creer en Él, el antiguo testamento está lleno de profecías, lleno de mensajes de salvación y la posibilidad de encontrarse con un Dios vivo.

¿Por qué es importante creer? Porque cuando somos renovados por Dios comenzamos a vivir una vida totalmente distinta en la verdad, no más en el engaño ni la injusticia, sino en la misericordia, seríamos una sociedad muy distinta. Dios ha hablado para que una nación pueda llegar a los pies de Cristo, hay una fuerza que nos cubre a todos, hasta los científicos lo han dicho, es el amor.

Sus brazos están extendidos  para que todos tengan la oportunidad de llegar al arrepentimiento, al oír, las personas tienen la posibilidad de creer, se invoca porque se ha creído, y se ha creído porque alguien ha llevado el mensaje para ser escuchado, Jesús dio un mandato que ha pasado de generación en generación, predicar el evangelio a toda criatura bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, tenemos una tremenda responsabilidad de llevar la palabra de fe para que las vidas puedan ser transformadas a vida eterna.

Pastor Samuel Olson
Culto dominical 10 de septiembre de 2017

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