Clamar a un Dios vivo
Nehemías fue un hombre que sirvió en el palacio del Rey, como copero, eso quería decir que era un hombre de muchísima confianza, era el hombre que tomaba el vino antes que el rey de Persia, imaginan la responsabilidad que tenía. Este hombre había vivido en esa época y no conocía lo que su pueblo había vivido porque se formó dentro del tiempo del destierro, pero en una oportunidad estando con su hermano y otros varones éste le preguntó: ¿Qué había pasado con los judíos que habían escapado? Y también preguntó por Jerusalén, y la respuesta la leemos en Nehemías 1: 3-4 “Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.
Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos”. Hay 5 verbos, 5 acciones, Nehemías dice que sentó y lloró, que estuvo triste muchos días, Nehemías no fue indiferente al dolor de su pueblo, el lloró por lo que estaban pasando aquellos, a pesar de estar muy cómodo en el palacio, era empático. Ser empático es la emoción que hace que nos duela algo que le está doliendo a otro, según el diccionario se define como la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo del otro, popularmente, es ponerse en los zapatos de otro.
Contrario a la empatía está la indiferencia, ésta hace que la persona no se mueva, simplemente no le importa lo que le pasa al otro, es incapaz de sentir empatía, por lo cual se le llama apático, no le importa lo que el otro piense, como cristiana creo que la empatía más que una actividad debe ser una práctica cuando nosotros pensemos como quiere el otro que le trate cuando nos pongamos en su zapato, Venezuela y el mundo sería otra, y esta apatía e indiferencia está a la orden del día, vivimos en una sociedad egoísta, individualista que nos lleva a pensar que somos los únicos que tenemos problemas, no importa lo que esté pasando, yo me aparto y paso por un ladito, “todo está bien”, “no está pasando nada”, esta sociedad nos ha llevado a buscar nuestra propia comodidad y nos ponemos las gríngolas y pensando que mientras no nos toque, todo está bien, pero Jesús tuvo compasión, tuvo empatía, los entendió, sintió emoción y dolor por ellos también, ¿Tu puedes sentir dolor por la gente que no tiene a Cristo en su corazón? ¿Qué muere a diario sin conocer a Cristo? Que son bastante, que buscan la santería, la idolatría, el sexo, el alcohol, la droga como una respuesta de vida, nosotros estamos aquí y venimos muchas veces a pedirle al Señor, y le pedimos, y le pedimos y ¿Cuántos están dispuestos a dar?, Jesús vino a darnos el mejor ejemplo de empatía, se dio, se entregó, por ti, por mi, Él se puso en mi lugar por mi pecado, Él se puso en la cruz del calvario y además me justificó, a mí, a tí, a todos, cuando agonizando dijo Padre, perdónalos, ellos no saben lo que hacen.
Así mismo lo hizo Nehemías, en ese versículo 4 vemos que él no se quedó ahí, ayunó, y oró y dice que oró delante del Dios de los cielos, él oró a quien tenía que orar, no fue a reyes ni a hombre, y en Nehemías 1:5 “Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos”, él reconoció que Dios era Señor de señores, también reconoció que el pueblo había pecado y confesó los pecados del pueblo de Israel, diciendo yo y la casa de mi padre hemos pecado contra ti y no hemos guardado tus mandamientos, pero también clamó reclamando promesas que podemos leer en el versículo 9 al 1.
Esto es lo que tenemos que hacer, es una sociedad donde nosotros tenemos que clamarle al Dios vivo que haga esto con nosotros, recordarle las promesas, recordarle que son sus siervos, ese pueblo tú también lo redimiste y te ruego Jehová que estén atentos tus oídos a la oración de este país, nosotros no nos ponemos en el lugar de Nehemías y debemos hacerlo de una manera personal y como lo hizo Jesucristo, hemos sido llamado a interceder, es una oración de intercesión, nos acostumbramos a pedir y no orar por los demás, es hora de que cambiemos las circunstancias.
La oración de la paralítica, yo conocía una niñita paralítica que yacía en su lecho de enferma, estaba preocupada porque no podía trabajar activamente en la obra del Señor, el pastor le dijo que podía orar por aquellos que ella deseaba que fueran convertidos y que orara con fervor, hubo un gran vivamiento en el pueblo y la enfermita preguntó con ansiedad acerca de los nuevos convertidos, poco después ella murió y encontraron bajo de su almohada una lista con los nombres de 56 personas, todas las cuales se habían convertido en este tiempo de avivamiento, a lado de cada nombre había una cruz que la niña colocaba cuando le llevaban las noticias de que esa persona por la cual estaba orando, habían aceptado al Señor.
Es tiempo de que nosotros cambiemos de nuestra circunstancias, deja de quejarte y piensa que hay
personas que están peor que tu, en realidad esta niña cambió su circunstancia, dejó de clamar porque su circunstancia fue transformada para que ella trajera personas a los pies de Cristo.
Hna. Isabel de Zabala
Culto de Ministración del Espíritu Santo