Boletín 6 de Agosto de 2017
Romanos 9:22-24 “¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?”
El contexto en el que Pablo nos habla, es el contexto de la inquietud y la duda de los judíos al ver que el evangelio se predicaba también a los gentiles, era una tensión terrible que Pablo vivía constantemente, era el apóstol de los gentiles, los gentiles era lo ordinario, los judíos eran los vasos de honra, y por supuesto querían que Pablo desistiera de predicarles, pero él nos trae a una realidad que ejemplifica entre lo que ocurrió entre Moisés y el faraón, el faraón que no estaba dispuesto a acceder a la voluntad de Dios y tenía que sobrellevar los resultados de su propia conducta.
Vemos el endurecimiento del corazón de faraón y el propósito de Dios de vaciar su ira, mostrar su poder y vaciar las riquezas de su gloria ¿Qué pasa con el endurecimiento del corazón? Hay personas que han cometido fechoría tras fechoría y uno se pregunta ¿Hasta cuándo? Hasta que se vierte la ira y Dios pueda mostrar su poder y su grandeza, una maldad lleva a la otra haciendo que el corazón se endurezca de tal modo que sigue hasta el final, la autodestrucción, faraón hizo lo mismo, Dios le decía si haces esto, te salvas, lo hacía pero se arrepentía, hasta que llegó el punto que perdió lo que más quería, su hijo, el pueblo salió pero como realmente no se había arrepentido, salió junto a su ejército a perseguir a los judíos y murieron, destrucción total.
La misericordia de Dios es tal que soporta hasta que ya se ha dado la medida completa, y se vacía llevando a la destrucción y la muerte, con una persona, con una sociedad, nos lleva hasta el fin para mostrar su poder para salvar a su pueblo y destruir al maléfico. Debemos arrepentirnos, por eso la evangelización es tan importante porque sin arrepentimiento no puede haber transformación, ni cambio.
Por su amor y su gracia nos muestra, derrama sus riquezas, nos ha hecho hombres de bien, predicadores de la Palabra, nos da vida eterna sacándonos del pacto de la muerte, para no caminar más deprimidos y tristes sino con el corazón ardiente lleno de fe y de esperanza, nos convertimos en vasos de su gloria, de su misericordia, es su gloria en la tierra cuando podemos vivir en su paz y su justicia.
Pastor Samuel Olson
Culto dominical 30 de julio de 2017