Día 8
… y fueron llenos del Espíritu Santo
“Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo,y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno.
Hechos 4:31
El lugar tembló (II Parte)
Hemos comentado que los discípulos y seguidores de nuestro Señor Jesucristo estaban orando juntos y la primera manifestación de la presencia del Espíritu Santo fue un temblor, analicemos entonces el porqué de esto.
Un temblor o terremoto ocurre cuando una fuerza acumulada se libera, esa fuerza se desplaza desde su origen hacia todos los sentidos. No es casual que Dios iniciara su mover mediante ésta manifestación natural, podemos decir que el temblor no es más que una analogía de lo que estaba ocurriendo en los corazones y almas de los presentes, un mover poderoso que inició desde lo más profundo del alma de los que estaban allí presentes.
Hoy por hoy el creyente necesita que desde el propio centro de su alma se manifieste la presencia gloriosa de Su Espíritu Santo, ese Espíritu es capaz de mover los cimientos más arraigados en nuestra vida, reconfigurando todo nuestro ser y cambiándonos totalmente. Recordemos que, al igual que el temblor terrestre, el temblor que viene del Espíritu Santo es en todas direcciones, Su acción en nuestras vidas afecta todas las áreas de nuestro ser. Cuando tiembla, no solo se estremece un terreno limitado, normalmente la onda se expande y afecta todo alrededor, ese mover hará que todo cambie y solo ocurrirá esto como consecuencia de estar juntos, unánimes y en oración.
Durante éste tiempo de Pentecostés, creemos que Dios sacudirá nuestros cimientos trayendo consigo la presencia gloriosa de Su Espíritu Santo a su Iglesia y expandiendo Su poder a todo nuestro país, cambiando corazones, destruyendo fortalezas de odio, idolatría y toda maldad, haciendo cosas nuevas en nuestras vidas, como lo dice Isaías 43:19 “He aquí que yo hago una cosa nueva; pronto saldrá a luz: ¿no la sabréis? Otra vez haré camino en el desierto, y ríos en la soledad.”
ORACIÓN: Señor, en el nombre de tu hijo amado Jesucristo pedimos te muevas en nuestras vidas sacudiendo nuestras estructuras y viejos esquemas que no te agradan, dándonos de tu Espíritu Santo cada día más. Amén.