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Levántate, toma tu lecho y anda

Captura ferreira 4-11Juan 5:1-14 “Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día. Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho. Él les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.”

Este estanque en la época de Jesús era conocido como el gemelo, porque eran dos estanques en uno y eran exactamente iguales, ambos estanques median 120 metros de largo y 60 metros de ancho, no era una piscina, estaba limitado por los cuatro lados por pórticos que limitaban el acceso, en el medio estaban divididos por un quinto pórtico por el cual pasaban de un lugar a otro. En este estanque muchos enfermos acudían para obtener salud, se había convertido en un monumento de sanidad como cualquiera de hoy en día, había mucha gente con enfermedades, pero esta gente no podía ir al templo porque estaba prohibido para ellos entrar.

Este estanque tenía una leyenda muy conocida en la época donde decían que de vez en cuando un ángel bajaba a la tierra, agitaba el estanque y al primero que tocaba el agua recibía sanidad, había allí una multitud que se reunía a esperar el mover del agua con la esperanza de recibir sanidad, un estanque de la época que representaba fortuna y suerte, la esperanza de los débiles y necesitados estaba puesta en el mover de un agua, imagínense estar 38 años esperando y no poder entrar, 38 años en la vida de este hombre en una esquina sin ayuda para que cuando el agua se moviera pudiera recibir sanidad.

En la época de Jesús, el nombre de Betesda indicaba cuatro cosas, primero, que significa “casa de derramamiento” por lo que allí Dios derramaba su gloria; segundo, significaba también “casa de misericordia” la gente sabía que allí Dios se compadecía de la gente; lo tercero es que era casa de gracia, donde Dios podía sanar el alma perdida; el último nombre con el cual se entendía Betesda es “casa de consolación” porque allí Dios consolaba. En medio de esa casa de consolación hubo un hombre  que por 38 años nunca recibió consuelo y ninguna de las personas que tuvo a su alrededor tuvo compasión, ni tuvo el sentimiento de consolar a este hombre para que llegara al agua.

Un estanque, una multitud, una necesidad de consuelo, un hombre con 38 años que perdió la esperanza al ver que nadie lo iba a lanzar porque cada quien estaba en su necesidad y no pensaba en el otro, sino en sí mismo, pero en medio de ese tumulto dos hombres uno sin consuelo y otro que es dueño de todo el consuelo, entró al estanque, Jesús le dice a este hombre ¿Quieres ser sano? En un estanque donde todo el mundo está enfermo, con 38 años enfermo, claro que quería ser sano, pero la solución a su punto de vista estaba en los demás, en que alguien lo lanzara al estanque, y Jesús le responde una palabras cortantes y punzantes que atravesaron su corazón, “levántate y toma tu lecho” no lo pensó dos veces, no lo pensó tres veces, algo pasó en su mente, en sus huesos que tuvo la fuerza de cargar la cama que durante 38 años lo cargó a Él.

La gente a su alrededor, en lugar de dar la gloria a Dios, le pregunta porque cargaba su lecho en el día de reposo, el hombre le responde: si la persona que me sanó me dice que cargue mi lecho, lo haré porque lo que yo necesitaba que hicieras por mí, no lo hiciste, lo que necesité de ti lo hizo el hombre de consuelo.

No sé cuál es tu situación pero en los momentos más críticos el Señor del consuelo puede llegar a ti, puede hacer por ti una obra que te mueva de los pies a la cabeza. Comienza a proclamar lo que Dios tiene para ti, el único que puede consolarte aún en la multitud que no te tiende la mano es Jesús, Él te puede tocar con su compasión, si tienes pensamientos que te aturden verás que ese consolador, su Espíritu disipará toda nube y su paz vendrá sobre ti.

José Gregorio Ferreira

Culto de ministración del Espíritu Santo

4 de Noviembre de 2014

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