Boletín 17 de Marzo de 2016
Romanos 8:12-17 “Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”
Para nacer de nuevo hay que pasar por Cristo, es quien nos justifica y nos abre las puertas al reino de Dios, canceló nuestras deudas morales y espirituales, lo que exige es que confiemos en la obra de Él, cuando esto ocurre somos liberados, nacemos, comenzamos un proceso como hijos de Dios y su amor es derramado por la obra de su Espíritu Santo, es una presencia que no queremos que termine, Pablo lo llama el primer amor.
Hay que volver a ese primer amor, a la genuinidad y sencillez del amor de Dios, es necesario cultivar el perdón, la justicia, la presencia de Dios para que no se endurezca el corazón. Como hijitos conocemos el amor de Dios, que no está lejos, es una relación muy personal que entra a nuestro corazón porque Dios es amor, nos ama porque es amor, un amor que sana, perdona, corrige, levanta y anima, nos llena, da esperanza, visión de futuro nos muestra que la vida vale la pena, vemos todo de otra manera.
Cristo nos ama, la Biblia lo dice, es una relación que no tiene que terminar si se cultiva, si no se cultiva se pierde la pureza, la sencillez, si hemos nacido de nuevo somos herederos, herederos que van entendiendo las cosas, que entienden que Dios está con nosotros, que es amparo y fortaleza; además, somos coherederos con Cristo, es el deseo de Dios que veamos la gloria que a Él le fue dada.
El Espíritu de Dios mora en ti, lo que se exige para nuestra vida puede constreñir su Espíritu o alegrarlo y bendecir a otros, el Espíritu te lleva a sanar, hablar con otros, levantar al caído, alimentar al hambriento, no está lejos, está aquí, si no lo hacemos nos será demandado, no es asumir responsabilidades, es ser testigos de Él en nuestro andar diario.
Si vives de acuerdo a la carne la Biblia advierte que moriremos, el Espíritu nos guía y da fortaleza para vivir, si lo hacemos, la presencia de Dios crecerá en nuestra vida, su vida se fortalecerá en nosotros, y seremos perfectamente como Él cuando lo veamos cara a cara. Sus hijos son guiados por su Espíritu, es un guía consolador, hay momentos en los que no queremos ser guiados y salimos heridos, somos corregidos por Él para bien.
Nos guía, nos enseña, nos ama, nos consuela, nos anima, busca momentos para empujarnos a no caer en la trampa, nos alerta, nos muestra, puede hacer resaltar una palabra, es importante aprender a escuchar la guía del Espíritu, es un proceso de tiempo, es un don, pues hay tiempo para todo.
Pastor Samuel Olson
Culto dominical 10 de Marzo de 2016