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Boletín 18 de agosto 2013

Tumb_18Ago2013NO DESMAYEMOS

“Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias  sobre abunde para gloria de Dios”. 2 Corintios 4:15

El apóstol Pablo decía que desde que su corazón fue tomado por el Señor, su vida fue transformada. Entendió que su salvación estaba en Cristo y se dispuso a padecer para que otros pudieran tener el tesoro que él tenía. Servía de manera voluntaria a la Iglesia de Corinto y Cristo era el centro y la razón. Los habitantes de Corintio, tenían una cultura que rechazaba la existencia de Dios, de ese Dios que se manifestó en Cristo crucificado.

Pablo tenía la salvación, el nuevo pacto, la sangre derramada. Dios nos usa para difundir las buenas nuevas y nos da poder para cumplir con su obra salvadora. Es fácil desmayar. Todos enfrentamos problemas en nuestras actividades diarias, que nos inducen a pensar en abandonarlo todo. Antes de rendirse, cuando la persecución arreciaba, Pablo se concentró en experimentar la fortaleza interior proveniente del  Espíritu Santo. No permitamos que la fatiga, el dolor o la crítica, nos lleve a abandonar la tarea.

Dios nunca nos abandona. Cristo obtuvo la victoria sobre la muerte,
por eso tenemos vida eterna. Todos nuestros sacrificios, pruebas, dolor
y pesar, son oportunidades para demostrar el poder y la presencia de Jesucristo en nosotros. Vivimos en una sociedad sumamente materialista, que no se detiene a ver lo que no se puede ver a simple vista, que cuestiona el creer y sigue corriendo en busca de no se sabe qué. Para quienes creemos en Cristo, la muerte es sólo el comienzo de la vida eterna. Hay un anhelo en nosotros, el deseo de esa vida eterna. Sabemos que la vida no termina con el último suspiro, porque tenemos el sentimiento y la necesidad de trascender, la promesa de la eternidad. Y ¿cómo pensar en la gloria?

Pablo destacaba la importancia de nuestra dimensión espiritual y aconsejaba reforzarla no mirando las cosas que se ven, sino las que no se ven; porque las que se ven son pasajeras. Tenemos que aprender a vivir como queremos ser, con la
perspectiva de lo eterno, lo espiritual, y sin desmayar. Aunque nuestro cuerpo se desgaste, se afecte porque es finito, nuestra vida interior debe renovarse constantemente.

Quien está en Cristo y ha sido hecho nueva criatura, tiene todos los recursos para fortalecer y renovar su vida interior; si no lo hacemos, nos secamos, muere nuestra espiritualidad. Si no nos renovamos, no trascendemos. Hay que alimentar el alma, no dependiendo de las experiencias de otros, sino renovándonos día a día, con la palabra de Dios. ¿Cómo?  Teniendo intimidad con Dios, hablando con EL. Leyendo y entendiendo su palabra, degustándola y digiriéndola.

Todo lo que Pablo hizo fue para honrar a Dios. El amor de Cristo controlaba su vida. Si no pasamos por la aflicción, no obtendremos resultados. El artista, el herrero, el deportista, todos, así como hacemos en nuestra profesión, debemos forjarnos en la vida cristiana, en la obediencia, en aprender las lecciones espirituales. La recompensa es la eternidad.
Tenemos una responsabilidad con otros, enseñarles que podemos vivir con Dios por toda la eternidad. Darles la oportunidad de decidir lo que quiere hacer con su vida y hacerlo con amor. 2 Corintios 5:15

Si no pasamos por la aflicción, no obtendremos resultados.¿Dónde tienes tu mirada puesta? ¿Cuál es tu visión de vida, cuál tu misión? Enfrentar lo desconocido origina ansiedad, pero al creer en Jesucristo, podemos tener la misma certeza de Pablo: hay vida eterna en Cristo. “Por tanto, no desmayemos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva día a día”. 2 Corintios 4:16

Preguntémonos: ¿Cómo será vivir en la gloria de Dios eternamente y para siempre, o acaso prefiere usted pasar su vida rodeado de oro, de joyas con muchos quilates y sin vida eterna? Piénselo.

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