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Una decisión llamada fe

Génesis 3:24 “Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.”

El capítulo 3 de Génesis nos narra un episodio muy conocido por todos, es leído por todos los que llegamos a la fe pues relata el momento en que nos convertimos en seres mortales, separados de la gloria de Dios, el momento en que fuimos echados del Edén, antes de este momento Adán y Eva vivían en total plenitud, no sufrían insomnio, ni ansiedad, ni crisis, no se veían afectados por escasez ni índices económicos pero su vida es cambiada radicalmente, su alma había sido abierta.

Dios seguía amándoles, proveyéndoles pero ellos ante cada circunstancia de la vida debían decidir si creer al Padre o lo que tenían ante sus ojos, para ellos no era tan difícil pues venían de ver la bondad de Dios pero la humanidad comenzó a llenarse de pensamientos y razonamientos que los apartaron de la bondad de Dios, persiste hasta nuestros días, nosotros todos los días debemos decidir a quién le creemos, a las noticias, a las estadísticas, a los índices o creer en las promesas del que nos ha amado y cubierto cada día.

Es un decisión, una decisión llamada fe, Adán y Eva no necesitaban fe, pues le habían visto, tu y yo no le hemos visto, tenemos que ejercer la fe, el evangelio de Juan llamado el evangelio del amor nos hace entender el cambio radical en nuestras vidas cuando somos llamados y convertidos a su palabra.

Juan 6:35 «Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.»

La Palabra nos enseña que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, ésta es la Biblia, Palabra viva y eficaz, no sólo lo tenemos de alimento tenemos que digerirlo, primeramente vemos que dice «Yo soy» es una descripción de lo que es, también es una afirmación en presente eterno, luego hace dos recomendaciones: «el que a mi viene» venir al Señor, es llegar a su presencia, convertirnos a la fe, a su Palabra, también debemos creer, la fe representa todas las necesidades del alma, el miedo, la apatía, todo lo que atormente a tu alma aún perteneciendo al reino de Dios, creer nos llama a la fe.

Dice su Palabra que sin fe es imposible agradar a Dios, la fe no es negación, no es decir todo está bien aunque esté mal, tomados de la fe caminamos confiados de quien nos llamó, el hombre de fe no mira con los ojos, mira con el corazón, ve lo invisible, no necesita ver un resultado para creer por tanto ve lo increíble.

El hombre de fe es el único que puede alcanzar lo imposible porque es la gracia de Dios la que respalda su vida, la que premia su confianza, la que no le deja en vergüenza ¿A quién vamos a creer? Te hablo a ti que me lees angustiado, quizás tengas un diagnóstico terminal, crees que tu economía está arruinada, que tu hogar tiene mucha dificultad, los ojos te muestran lo que el mundo piensa de ti, pero tienes un Padre que te dice que eres su especial tesoro y que en ti, tiene complacencia.

¿A quién vamos a creer? Debemos entender el nombre que Dios nos ha dado, nos ha llamado hijos por lo tanto, sólo debemos creer la Palabra de Dios, nos dice que es más que vencedor, que no nos abandonará, no dejará en vergüenza la confianza que pones en Él, al contrario, bendito el hombre que pone en Dios su confianza, es allí donde tienes que aferrarte, tenemos que entender esa figura «más que vencedor».

Un hombre vencedor para el mundo es aquel que se prepara académicamente, los llaman ganadores, triunfadores, gente de éxito, personas con capacidad intelectual, económica para enfrentar la vida, a ellos llaman triunfadores, pero muchos tienen todas esas cualidades y no logran nada, pero existe un tipo de persona poco común que tiene todo en contra, que no tiene recursos, que está asolado, abatido, pero clama a Dios Todopoderoso y de alguna forma sobrenatural Dios mete su mano en el asunto y transforma la situación, el dinero aparece, la enfermedad desaparece, el hogar se restaura, todo obra para bien, es el tiempo de clamar al Señor, tenemos que clamar al Señor con el corazón hinchado de fe, confiados en el poder sobrenatural de Dios, no estamos solos, nuestro redentor vive y ha vencido al mundo.

Hno. Manuel Herradez
Culto de ministración del Espíritu Santo 6 de diciembre de 2017

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