•  
  •  

Una Cita en el Altar 4° Parte

ALTARLos discípulos habían orado durante toda su vida, pero la vida de oración de Jesús les hizo entender que ellos tenían que comenzar de nuevo. ¡No hay que angustiarse por eso!;  a nosotros nos puede ocurrir lo mismo. Hay gente que se ha pasado toda la vida en la iglesia y descubren, después de mucha práctica religiosa, que tampoco saben orar.

Con el fin de enseñarlos, Cristo le indicó a sus seguidores que había tres valores que debían considerar: A.- El entorno de la oración, B.- La motivación de la oración, y C.- La Esencia de la oración.  El entorno se refiere al lugar de intimidad en búsqueda de su presencia y a la idea de apartarnos a solas con Él. La motivación tiene que ver con lo que nos mueve realmente a orar. Nos advierte de no orar afectados por la hipocresía porque, en ese caso, la oración estaría mediatizada por un pecado.  La esencia es el contenido de nuestra plegaria. En ese sentido, Jesús dijo “Vosotros, pues oraréis así”:.  De manera que asombra que la iglesia cristiana haya concedido tan poca importancia al deseo del Señor, El Padrenuestro fue reducido a una repetición vacía.

¿Cuánto tiempo apartamos durante nuestro día para estar en la presencia de Dios?; ¿Qué lugar tiene la oración en nuestra vida?. Cristo nos habló de tres dimensiones en las cuales podemos articular nuestra oración: Pedir, llamar y buscar (Lucas 11:9). Es impresionantemente triste cómo hemos relacionado la oración sólo con pedir. Pedir siempre es más fácil.  El problema con esa postura es que ignora los elementos más sublimes de la vida de oración, como lo son, llamar y buscar.  El salmista nos lo recuerda: “Oh Jehová, de mañana oirás mi voz, de mañana me presentaré delante de ti y esperaré…” Salmo 5:3.

Tenga la  absoluta seguridad de que cuando se acerque a la presencia de Dios en oración usted va a ser cambiado, porque nadie se acerca a Él para permanecer igual.  Permítame decirle esto con un ejemplo ordinario: ¿Sabe Ud. por qué la grasa se derrite cuando se acerca al fuego?. Se derrite porque ante el fuego ella no tiene opciones. Cuando se acerca al calor, la grasa pierde su propia naturaleza. El fuego la domina. Lo único que puede hacer para no ser transformada es no acercarse.  Si te acercas a la presencia de Dios en oración vas a ser cambiado.  Ningún ser humano puede acercarse a Dios y permanecer igual.  No te preocupes por el discurso en la oración; no te angusties por las palabras; no midas el tiempo. Orar no es competir con nadie.  Si no tienes nada que decir, ¡Por Dios!, No digas nada!.  Quédate en el silencio de su augusta presencia y deja que su Espíritu te toque. Tu sollozo, tu silencio, tu llanto, tu gemir, tu humillación; tu reverencia; todo eso junto es oración!.

Nuestro Padre está esperándonos en el altar.  Después de estar con Él nunca seremos iguales “…porque los ojos del Señor están sobre los justos y sus oídos atentos a sus oraciones…” 1ª Pedro 3:12.  Separa tiempo para estar en oración y descubrirás la verdadera vida de un cristiano. Nadie sale de la presencia de Dios igual que como llegó. Entra en el Lugar Santísimo. Hace mucho que Él te espera.

Deja una respuesta