Domingo 5 de enero 2014
Él comenzó la buena obra
«Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6) «Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensiblemente, para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.». (1 Tesalonicenses 5:23-24).
Hemos llegado al final del año. En la vida, normalmente sentimos que hay un principio y un fin. Algunas vidas son cíclicas y no evolucionan en forma alguna. Dan vueltas alrededor de lo mismo y se quedan atascados en el mismo lugar. Repiten y repiten el mismo hacer, el mismo sentir, los mismos errores o las mismas costumbres, sin crecer. La diferencia, el cambio en la vida de estas personas, puede hacerla un gran líder que las motive a evolucionar. La vida cristiana no toma atajos, no se estanca. Es una línea recta como lo dice el apóstol Pablo a los Filipenses «prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Filipenses 3: 14).
La vida de desgaste, de no crecimiento, cambia para enderezarnos e ir a una y otra etapa, hasta que se produce el cambio. Prosigo a la meta, al supremo llamamiento, hasta encontrarnos cara a cara con Dios. Proseguimos hasta llegar a la meta establecida. Los planes individuales o sociales, establecen visiones en los diferentes aspectos de la vida: familia, trabajo, iglesia, comunidad, etc. Al evaluar lo logrado en cada área y ver nuestras fortalezas y debilidades, entendemos qué debemos mejorar, qué hacer distinto y qué dejar de hacer. Viviendo en Cristo, seguimos una línea recta. » estando persuadidos de esto, que el comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1: 6). El Dios que comenzó la buena obra en nosotros la continuará a través de nuestra vida y la terminará cuando le veamos cara a cara. La obra de Dios por nosotros comenzó cuando Cristo murió en la cruz en nuestro lugar. Su obra en nosotros comenzó cuando creímos en Él. Ahora el Espíritu Santo vive en nosotros, capacitándonos para que cada día seamos más semejantes a Cristo.
El proceso de crecimiento y madurez del cristiano, tal como lo expresa el apostol Pablo, comienza al aceptar a Cristo y seguirá hasta que Cristo regrese. ¿Ha sentido alguna vez que en su vida no hay progreso espiritual? ¡Cuando Dios comienza un proyecto, lo termina! Tenga la seguridad que Dios obrará en usted y le ayudará a crecer en gracia, hasta que complete el trabajo en su vida. Cuando esté desanimado, recuerde que Dios no lo abandonará. El promete terminar la obra que ha comenzado en usted. Cuando se sienta incompleto o afligido por sus faltas, recuerde las promesas y provisiones de Dios. No permita que su condición actual le robe el gozo de conocer a Cristo o le impida crecer más cerca de Él. Cambiamos al estar en Cristo y ya nunca más volvemos a ser los mismos. El que comenzó la buena obra en nosotros la perfecciona, nosotros podemos colaborar con Él sumando lo que somos como profesionales, como líderes, como padres. El único que puede cambiarnos es Dios, porque Él es fiel y siempre estará a nuestro lado.
A veces nos vemos sometidos a pruebas que pensamos no poder superar, sin embargo, Él está a nuestro lado y nos responderá cuando estemos listos para continuar creciendo como cristianos. Estamos aquí, en el mundo, preparándonos para la eternidad. Aumentando nuestros valores, cambiándonos, perfeccionándonos, no es un proceso rápido. Moldear el barro, hasta hacer una obra de arte, requiere tiempo y sometimiento a altas temperaturas. El Señor desea que nos reunamos con Él en la vida eterna. ¿Usted va a dejar que un nuevo año concluya sin cambiar, sin evolucionar, sin crecer? Haga su planteamiento y pregúntele a Dios qué quiere hacer con su vida, para ser incluido en el proceso de cambio, en el propósito de vida. Haga su plan de vida. Aíslese al lugar que prefiera, donde pueda hablar con Dios.
Haga su plan para 5, 10, 15, 20 años. Escriba ese plan y comience a cumplirlo. Su trabajo, sus planes, sus ideas, sus relaciones, una vida más sana, pídaselo todo a Dios y Él te guiará. Pregúntese y pregúntele a Dios cómo servirle mejor a Él.