Domingo 17 de Mayo de 2015
Cristo es propicio para nosotros
Romanos 3:25-27 “a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.”
Lo propicio es algo que hace un puente. En tiempos antiguos las ofrendas propicias eran sacrificios, lo adecuado para tener salvación era ofrecer a Dios un sacrificio perfecto, suficiente para la humanidad, esta víctima perfecta debía ser humana, pero no había ni quien cumpliera el requisito de ser limpio de pecado, por lo cual Cristo se ofrece como sacrificio vivo para la salvación de la humanidad, naciendo de una virgen siendo obra del Espíritu Santo y sin pecado alguno.
Él sabía que había venido para rescatarnos del pecado y que nuestra maldad lo llevaría a la cruz. El pecado de toda la humanidad lo cargó voluntariamente porque sabía que era el plan de Dios, alguien debía pagar la deuda moral y jurídica. Cristo nos sustituyó para que no tuviésemos que morir sino encontrar en Él redención.
Jesús era el único propicio pues no tenía pecado y lo hizo con un corazón perfecto. Derramó su sangre para que todo aquel que crea, viva, fue un acto de salvación que se hace realidad en el que cree en la palabra.
Las leyes de Dios deben cumplirse, sino no sería Dios, la única sangre derramada que tiene el poder para salvarte es la sangre de Cristo, y está sentado a la diestra del Padre abogando por ti y por mí.
Su sangre nos limpia de todo pecado, al decir sangre, decimos que por su obra en la cruz del calvario, por tomar mí lugar canceló nuestra deuda moral con Él, derramó su vida y su sangre y por medio de esa sangre somos limpios de todo pecado.
Dios nos amó de tal manera que dio a su hijo unigénito, para beneficio de todo el que cree, porque es imposible rescatarnos a nosotros mismos, es sólo por su gran amor, es un acto que cambia nuestras vidas, nuestra paz fue vertida en Jesús.
Muchas veces nos preguntamos qué pasó con los que no llegaron a conocer de Cristo y su plan de salvación, pues leemos en Hebreos 11:39 “Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido”. En todo el antiguo testamento vemos ejemplos de personas que aun cuando no pudieron recibir al mesías prometido tuvieron una vida de buen testimonio a través de la fe.
No es por la ley de las obras que somos salvos, es por la fe, el que cree es salvo, Cristo cumplió la ley a cabalidad, Él es el justo, sin mancha y sin pecado, el que cree se reviste de su justicia. Sólo dependemos de Cristo y su inmensa gracia, si no fuera por la cruz, estaríamos perdidos, todo es de Él.
Pastor Samuel Olson
Culto dominical 10 de Abril de 2015