Dios puede restaurar lo que esté seco
Lucas 6:6-10 “Aconteció también en otro día de reposo, que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle. Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose,
se puso en pie. Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿Salvar la vida, o quitarla? Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restaurada.”
En este relato vemos cómo Jesús se acercó a la persona con una afección, esa es su manera de operar. Cristo acostumbra a llegar a nuestra vida, a nuestro hogar, a nuestro entorno donde hay una necesidad ¿Tienes una necesidad? Alégrate, porque el mismo Jesús que estuvo ante la persona de la mano seca está ante ti. Él nunca llega tarde, llegó a la vida de los discípulos para transformarlos en pescadores de hombres, llegó a la samaritana para transformar su vida de pecado a una vida nueva, llegó a la ciudad del gadareno para libertarlo de sus demonios, llegó a Lázaro para devolverle la vida. Dónde llega Jesús llega la paz, llega la misericordia, llega la gracia, la libertad y hay nueva vida.
No sabemos por qué el hombre de la mano seca estaba allí, quizás no tenía la intención de encontrarse con Jesús (socialmente debió ser rechazado por su mano seca), quizás espiritualmente también estaba seco ya que las afecciones se relacionaban con pecado. Jesús lo llamó, le pidió ponerse en medio, hacerse visible y él obedeció y se levantó, la obediencia conlleva bendición. En ese momento toda la atención estaba sobre él, luego recibe una segunda orden, “extiende tu mano”, si la situación era difícil quizás era más difícil porque aquellos que no lo habían notado verían su problema, en la misma situación podríamos haber levantado la otra mano, sólo para que no vieran nuestro problema, pero dice la Biblia que levantó su mano afectada y fue restaurado.
Esta historia del hombre de la mano seca nos refleja dos cosas: la primera es que el hombre estaba seguro de que quien le estaba hablando era Jesús el hijo de Dios, el todopoderoso, el bueno y amable, aquel capaz de echar fuera demonios, levantar paralíticos, aquel ante cuya voz la naturaleza se somete; por eso fue obediente. La segunda cosa que este hombre comprendía era que por sí sólo no podía solucionar su situación; pero Jesús si podía cambiarla, de esta manera obedeció al llamado de Jesús y su mano fue restaurada.
Quizás tú tienes algo seco en tu vida, quizás lo que está seco es tu relación con Dios, quizás es un miembro de tu cuerpo, hoy es tu momento, para que pidas al Señor que aumentes tu fe. El poder que operó en Jesús para restaurar la mano seca, funciona igual hoy; así que Él puede restaurar cualquier área de tu vida que esté seca.
José Zabala
Culto de ministración del Espíritu Santo
9 de Septiembre de 2014