Boletín 7 de febrero de 2016
La transformación que necesita tu vida
Romanos 7:14-22 “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios”
Pablo nos habla de la ley de Dios que es santa, justa y buena, santa porque habla del carácter de Dios, justa porque nos dice exactamente lo que se espera de nosotros y cuáles son las consecuencias de no cumplir y buena porque nos protege, nos guía y señala, la ley viene del Espíritu de Dios guiando como una nodriza, aunque no salva, nos da una ruta, es espiritual, no es sólo tinta en un pergamino.
El apóstol señala en su conocimiento que la ley es espiritual, pero que él y nosotros también, somos carnales, violamos la ley, es el reconocimiento de un problema, la lucha por lo que es correcto, es un problema de la carne, todos hemos sido vendidos al pecado para satisfacer algún deseo carnal, en ese momento iniciamos una lucha interna por salir de esa posición de pecado.
Es un momento en el que el Espíritu Santo nos señala nuestras malas conductas, esas que nos hacen daño y debemos cambiar, son cosas que no entendemos fácilmente, pero necesitamos ver estas situaciones que vivimos, porque al notar estos errores los aborrecemos, si su Espíritu está en esa vida, Él es fiel y justo para perdonar y limpiar de toda maldad.
Esa persona que inicia una vida en Cristo cuando entiende que es carnal, asimila que debe humillarse delante de Cristo y Él vendrá con su Espíritu a levantarle sanando el quebranto de su corazón, sacándole del encierro de la ley que condena, madurando, creciendo, aprendiendo a perdonar a los demás en esta nueva vida tras la manifestación de lo que Pablo llama “los frutos del Espíritu”.
Parte del proceso es deshacerse de las conductas que no nos hacen bien, no conozco tu debilidad, pero si estás en Cristo sincérate con Él para que puedas salir adelante en cualquier conducta dañina que puedas tener, los problemas cambian a lo largo de nuestra vida, hay un sustrato que es una fuerza que debe ser canalizada, Dios te ha dado esa fuerza, pero si la contaminas con la desobediencia produce en todos los aspectos de la vida conductas erradas, es un poder que mal canalizado se denomina pecado, porque lleva a la desobediencia a Dios. El pecado esta en ti, pero también está en ti decidir con la ayuda de Dios lo que harás con esa fuerza.
¿Qué haces con esa fuerza que te lleva al cautiverio del pecado? Es una autodestrucción ¿Lo canalizas en Cristo o das rienda suelta? No podemos zafarnos de esta realidad, debemos decidir cómo lo vamos a manejar, Pablo nos señala esto de una manera muy personal, pero poco a poco nos damos cuenta que a nosotros nos pasa igual, que a mí también me ocurre.
Por tanto debemos aceptar las caídas en los momentos que ocurren y levantarnos con la ayuda de los demás, a menos que queramos seguir en este camino, debemos desear una transformación completa de nuestras vidas, no queremos decir una cosa y vivir otra a la vez.
Pastor Samuel Olson
Culto dominical 31 de enero de 2016