Boletín 27 de Diciembre de 2015
Job era un hombre acaudalado, tenía riquezas increíbles, pero llegó el momento de su vida en que lo perdió todo, fue probado en su fe, Dios permitió que fuese probado, perdió todos sus hijos, un terremoto se llevó todos sus bienes y quedó solo, las llagas cubrían su cuerpo, estaba allí en un monte de cenizas donde venía su mujer a burlarse de él, preguntándole ¿Por qué no niegas a tu Dios? ¿Dónde está tu Dios? Sus amigos le decían que estaba en pecado, que había cometido grandes errores, pero nunca estuvo dispuesto a ceder lo que para él era más importante, su fe y su confianza, en medio de todo esto no habría de negar ni olvidarse del Señor, mantenía la certeza de que ese momento pasaría.
En medio de su tragedia personal, pudo decir como leemos en Job 19:25-27 “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo. Y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí.” Estas son las palabras del hombre que cree y puede ver más allá de sus circunstancias, cree que se levantará de nuevo, que no todo está perdido, sabe que Dios es quien le va a levantar y verá a su redentor.
Llegó el momento en vida, que Dios le restauró su perdida material con creces, son los momentos difíciles en los que el que cree puede decir “He visto que mi redentor vive y está conmigo”, hay dos clases de personas, las que viven con fe y las que viven sin fe, los que creen y los que no creen, los que ven a Dios y los que no pueden verle.
Jesús nació en un lugar muy pobre, sus padres salieron de Nazaret a caminar por días hasta llegar a Belén porque tenían que ser empadronados, como no eran los únicos que estaban regresando a su pueblo, no había lugar para ellos, estaban en un lugar inhóspito y frío, allí nació Jesús como un refugiado, viniendo de la gloria y majestad decidió identificarse con las situaciones más difíciles, dio su vida en servicio a los demás para darnos esperanza de que en medio de lo más difícil hay posibilidad de una perspectiva distinta.
El que vino a ser servido hace eco en nuestra vida, sólo Él lo puede hacer ¿Está esto presente en tu vida? Cuando lo piensas te das cuenta que tienes mucho que dar, hay personas que están solas y necesitan una compañía, o una palabra de esperanza, una buena nueva, Dios nos ha dado el poder de bendecir a otros, hay muchas personas, adultos, jóvenes que están quebrantados y están deseando una ayuda de alguien que tiene la bendición.
Hay tantas maneras de servir, cuando no lo hacemos le estamos robando la bendición a muchos y se está robando una bendición a sí mismo, te quedas sin ver la bendición de Dios en la vida de los demás, eso es navidad, haz lo posible porque otra persona sea feliz y pueda tener una navidad feliz, llama a esa persona que tienes en mente, visita a alguien en un hospital, sólo tú sabes a quien Dios ha puesto en tu corazón a lo largo de esta reflexión, sólo hazlo, Dios te bendiga.
Pastor Samuel Olson
Culto dominical 20 de diciembre de 2015