Boletín 24 de enero de 2016
Viviendo bajo el régimen del Espíritu
Romanos 7:7-10 “¿Qué concluiremos? ¿Que la ley es pecado? ¡De ninguna manera! Sin embargo, si no fuera por la ley, no me habría dado cuenta de lo que es el pecado. Por ejemplo, nunca habría sabido yo lo que es codiciar si la ley no hubiera dicho: «No codicies.» Pero el pecado, aprovechando la oportunidad que le proporcionó el mandamiento, despertó en mí toda clase de codicia. Porque aparte de la ley el pecado está muerto. En otro tiempo yo tenía vida aparte de la ley; pero cuando vino el mandamiento, cobró vida el pecado y yo morí. Se me hizo evidente que el mismo mandamiento que debía haberme dado vida me llevó a la muerte;”
La ley es santa, es justa y es buena pero como despierta la pecaminosidad pareciese que la ley es culpable y por lo tanto pecaminosa, pero no, sólo apunta, señala y sirve como un muro de contención para encaminar nuestras vidas, tiene su razón de ser en mantener el orden en la vida o permitirnos pedir perdón y salir del pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios.
Cuando el apóstol se refiere al mandamiento “no codiciarás” hace referencia a un mandato cuya acción es casi invisible, porque la codicia es algo muy personal, es un pecado que no se puede ver, a menos que la persona exprese su codicia y los demás lo puedan ver, y Pablo, defensor de la ley al rendirse a Dios viviendo bajo el régimen del Espíritu Santo, entiende el trasfondo de los mandamientos y se da cuenta que codiciaba ser mejor que los demás y acabar con los que no eran de su religión, lo consumía, era un esclavo de ese pecado creyendo que estaba haciendo lo bueno.
El verdadero cristiano tiene que estar en una constante evaluación de su vida, porque la naturaleza del ser humano fue quebrada, hubo una invasión en la manera de vivir al rebelarse Adán y Eva contra Dios, ese espíritu de rebelión entró en el ser humano, pero los mandamientos nos concientizan en lo que no debe estar en nuestras vidas, sin la ley el pecado está muerto ¿Por qué? Porque no tenemos conciencia del mal que estamos haciendo, es inexistente para el ser humano.
El pecado se enseñorea de nosotros, a menos que quebremos esa relación para volver a la libertad de Cristo, el pecado produce anarquía, está fundamentado en lo que quiero hacer ante lo que Dios quiere que yo haga, está centrado en sí mismo, pero para los que están en Cristo Jesús no hay condenación, los que le reconocen y pasan a estar en la justicia de Dios, que saben que la ley no te justifica, no te santifica, ni te salva pues eso sólo lo puede hacer Cristo Jesús, que te llama a vivir en la libertad de los hijos de Dios que le sirven a Él.
Al leer la palabra dejamos que su poder se revele a nosotros, muchas veces leemos lo mismo varias veces, pero está esa oportunidad en la que la Palabra se revela de una manera especial, si decidiéramos obviar esta palabra que nos llega a través del apóstol Pablo estaríamos evadiendo lo que Dios nos quiere decir, esta es una palabra contundente, refrescante, trae de nuevo cosas que necesitamos mantener presente para nuestra reflexión y toma de decisiones importantes en nuestra vida como seguidores del Señor.
Pastor Samuel Olson
Culto dominical 17 de enero de 2016