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Boletín 21 de Mayo de 2017

¿Sabes que Dios te ha llamado?

Jeremías 1:1-8 “Las palabras de Jeremías hijo de Hilcías, de los sacerdotes que estuvieron en Anatot, en tierra de Benjamín. Palabra de Jehová que le vino en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año decimotercero de su reinado. Le vino también en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año undécimo de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalén en el mes quinto. Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formases en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah!, ¡Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová.”

El llamado de Dios es lo que nos mantiene firmes, saber que nuestra fe no está puesta en que yo me he llamado a mí mismo, sino que Dios me ha llamado, Jeremías se encarga de decirnos detalle a detalle lo que se desarrolla en su palabra profética, como muchacho vive el reino de Josías en el cual decide buscar la Palabra de Dios para decretar leyes conforme a la voluntad de Dios, a medida que va creciendo decide romper con todo lo que es abominación en el corazón de Dios, y siendo un niño sin el mejor conocimiento del mundo por cuanto tuvo su corazón puesto y dispuesto a la voluntad del Señor trajo bendición y vida eterna a su pueblo, no importa la edad ni el conocimiento, si agarramos la Palabra del Señor traerá bendición y vida eterna.

Luego Jeremías vivió el reinado de Joacím, un hombre descrito por hacer lo malo delante de la presencia de Dios, y comenzó a haber destrucción, aflicción, por lo que Jeremías pasa por un conflicto, vivió una época de prosperidad, y ahora debe profetizar donde tiene un Rey que le dio la espalda a Dios y que no le aceptaba, por lo cual el profeta pensó lo mismo que pensaríamos nosotros, cuando cayera este Rey vendría otro, es así como llega el reinado de Sedequías, y Jeremías tiene la esperanza de que este Rey si va a escuchar la voz del Señor, va a hacer las cosas bien, pero llevó al pueblo al cautiverio en Babilonia, allí también tuvo que ser el profeta de Dios.

Tenemos que entender que nuestro llamado no significa que estaremos pensando en si me reciben, o no me reciben, es acudir al llamado cuando me aplaudan y cuando me persigan, hay momentos en los que profetizamos cuando la gente aplaude, así como habrá momentos donde no nos acepten, pero no debemos dejar de cumplir el llamado de Dios.

Tenemos identidad, dentro de nuestro llamado necesitamos tener una identidad concreta de quienes somos, porque una persona sin identidad se acopla donde quiera que va, una persona con un llamado de Dios debe saber ante todo quien es, el decirte que tienes un llamado no hace ningún cambio en tu vida, la identidad que Dios te da en tu llamado no sólo te hace oidor de la Palabra, debes comenzar a leer, escudriñar, soñar con la Palabra.

Tienes que creer en el sueño de Dios para tu vida, de nada vale decir “tengo un sueño, tengo un sueño”, Dios te dice ¡Ten identidad! Si sabes que tu vida va a ser bendecida, muévete en esa dirección, Jeremías podía irse al desierto, pero no lo hizo porque el sentido de identidad hace que no importa que pase, tú sigues siendo quien eres para la gloria de Dios, que nunca te puedan quitar la identidad del Reino de los cielos y que por ella puedas vivir, esta es una seguridad maravillosa, esta identidad sólo la da el llamado de Dios.

Cuando vivimos para la gloria de Dios, no importa lo que falte, nuestra identidad permanece, Dios no te ha enviado a ser un vago, Dios te da propósito, el hecho de que seas llamado por Dios no te da el derecho de acostarte en casa a esperar, nos está dando un llamado con un propósito de vida por el cual vamos a vivir y que tienes que trabajar, llenamos a Dios de excusas, Él te quiere usar a ti, la pregunta es ¿A dónde te envió Dios?

Pensamos que el propósito de vida es una profesión, un matrimonio, una familia, Él ama tus roles, pero su propósito no es un rol pues todo lo que hagamos debemos hacerlo para la gloria de Dios, nuestro propósito es alabarle a Él ¿Por qué trabajas? ¿Por qué te esfuerzas? Lo que hagas, no lo hagas para que los demás te aplaudan, sino para su gloria, los que saben que tienen un llamado también saben que su propósito es eterno, el destino de aquel que mantiene su llamado es que Él ha prometido venir con voz de mando y trompeta de Dios descendiendo de los cielos, los muertos resucitarán primero y los que hayan quedado serán arrebatados junto a Él, el llamado que Dios nos da nos dice el final de la historia, un lugar con un mar como de Cristal, con calles de oro, un lugar donde la tristeza no existe, que esta tierra vea un vistazo de esa ciudad cuando te vean a ti ¿Quieres apuntarte en el llamado de Dios?

Dr. Luis Paz
Culto dominical 30 de abril de 2017

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