Boletín 16 de junio 2013
Ama, perdona y consuela
“Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios,
el cual también nos ha sellado y nos ha dado, como garantía, el Espíritu en nuestros corazones.” (2 Corintios 1:21-22) Dios nos confirma y nos unge. El Espíritu Santo sella y purifica con fuego al creyente, y así él nunca podrá olvidarse de esa realidad. Usted puede irse al otro lado del mundo, tratando
de llevar su propia vida, pero llegará el momento en que el Espíritu Santo lo
halará nuevamente al seno de nuestro Señor Jesucristo. El Espíritu Santo
mora en usted y es la garantía de que lo que ha creído es real y de que Dios
lo acompaña en todo momento.
“Mas yo invoco a Dios por testigo sobre mi alma, que por ser indulgente con vosotros no he pasado todavía a Corinto.” (Vs. 23) Pablo al ser indulgente con la iglesia decidió no pasar por Corinto aún. “No que nos enseñoreemos de vuestra fe, sino que colaboramos para vuestro gozo; porque por la fe estáis firmes.” (Vs.24)
Pablo esperaba regresar a Corinto para que la tristeza que ellos sentían
por los momentos difíciles que estaban pasando fuera convertida en gozo.
“Esto pues, no haceros otra visita que os causara tristeza, porque si yo
os causo tristeza, ¿quién será luego el que me alegre, sino aquel a quien
yo entristecí? Por eso os escribí como lo hice, para que, cuando llegue, no
tenga tristeza de parte de aquellos de quienes me debiera gozar, confiado en
que mi gozo es el de todos vosotros.”
(2 Corintios 2:1-3) Pablo decidió no ir a la iglesia de Corinto, por amor. Y estas cartas fueron escritas por él para enseñar a la iglesia como manejar momentos difíciles. Quería que la iglesia de Corinto se alegrara con su visita, porque aunque les había instruido y corregido severamente, él sabía que esta corrección era por sanidad y restauración. Y en esta iglesia en particular, había alguien que no quiso aceptar esta corrección y armó un alboroto en la iglesia, generando una fuerte división, causándoles mucho dolor y ofendiendo abierta y públicamente a Pablo.
“Por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fuerais entristecidos, sino
para que supierais cuán grande es el amor que os tengo.” (Vs.4) Este no es un Pablo corrector, duro y sin sentimientos.
Este es un Pablo adolorido, triste. “Si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros.” (Vs.5) Anteriormente, Pablo había enviado a Tito con una tercera carta, para que esta persona que causó la división de la iglesia para que fuese corregida por la iglesia de Corinto. “Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos.” (Vs.6) Aunque la carta no especifica qué clase de reprensión fue dada al personaje, Pablo le pide a la iglesia que no fueran tan duros con esta reprensión, llamándolos al amor y a la consolación. “Así que,
al contrario, vosotros más bien debéis perdonarlo y consolarlo, para que no sea consumido por demasiada tristeza.
Por lo cual os ruego que confirméis el amor hacia él, pues también con este propósito os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo.” (Vs.7-9) Este era Pablo. Pablo actuaba como Jesús, si hay alguien que es descubierto en pecado, confróntalo en amor, perdónalo y consuélalo, restáuralo en amor. “Al que vosotros perdonáis, yo también, porque también yo, lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no saque ventaja alguna sobre nosotros, pues no ignoramos sus maquinaciones.” (Vs.10-11)
Pablo está diciendo: Ustedes no saben si yo ya perdoné a mi ofensor, pero si él lo perdonó, la iglesia también lo debe
perdonar. Y si no hay perdón, Satanás puede meter las manos y destruir a la iglesia.
Oración: Padre, toma mi vida. Reconozco que Jesús es mi Señor y mi Salvador: Perdona mis pecados y que tu Santo Espíritu venga a morar en mí. Séllame con Tu Espíritu. Declaro hoy que soy un Hijo de Dios sellado por Ti, te amo y te alabo, amen.