Boletín 14 de febrero de 2016
Ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Romanos 7:24-25; 8:1-4 “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado. Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”
En estos versos podemos ver la lucha del ser humano entre la carne, la mente y el espíritu, está allí expresado, es un nuevo ser en Cristo que se ve confrontado en el Señor, está aprendiendo a ser una nueva criatura, ama la ley, está tratando de vivirla a cabalidad en su entendimiento, quiere santificarse por sí mismo descubriendo que no lo puede hacer a través de la ley, el Espíritu Santo lo va guiando, corrigiéndolo en esta nueva vida.
Es una lucha con la fuerza interna que representa el pecado cuya carnalidad nos hace miserables, pues nos lleva al fracaso, a errores que nos hacen sentir mal, queremos obedecer a Dios pero no lo podemos hacer sólo por nuestra manera de ser, si somos guiados por el Espíritu ya no somos guiados por la ley.
El Señor nos va llamando y llamando la atención hasta sujetarnos a Él, en ese sentido nuestras vidas son luchas profundas del ser, pues nuestra naturaleza siempre nos lleva a la destrucción, pero Jesucristo trae a la mente su realidad, que es nuestro salvador, que dio su vida, nos perdonó, nos da poder sobre la maldad incluso la muerte, Jesucristo es todo, sufrió el castigo para nuestra paz, lo hizo todo y derramó su Espíritu Santo para guiarnos.
Ahora estamos perdonados, estamos en Cristo, no hay condenación, tenemos vida eternamente, nada ni nadie nos puede separar del amor de Dios, esto no lo podemos tomar a la ligera, tu alma, tu mente y tu cuerpo son de Dios, por esto dice la Biblia que amarás al Señor tu Dios con toda tu mente, tu alma, tu corazón y le servirás a Él y a tu prójimo, por lo que cuando vienen los errores debemos confesarlos de corazón a Dios y Él te levantará dándote la victoria.
Te cuidará y te sostendrá porque te ama, derramó su sangre por ti, te da su Palabra, su Espíritu, la promesa de que resucitarás con Él, intercede por ti y no te abandona, además está contigo todos los días hasta el fin del mundo. Aleluya!
Pastor Samuel Olson
Culto dominical 7 de febrero de 2016