Boletín Domingo 12 de Julio de 2015
Gálatas 3:16 “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.”
Lamentablemente las promesas no se ven, se esperan, pero fue la fe de Abraham que permitió que su nombre fuese cambiado, su nombre era Abram y era un gran hombre, pero cuando Dios le da la promesa le cambia el nombre a Abraham que significa “Padre de muchísima gente”.
Entendiendo que estamos hablando del padre de la fe, venimos a Romanos 4:16-20 “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros. (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios”
Entonces ¿Qué es fe? Es creer en la promesa, es creer en lo que Él va a hacer, es una bondad de Dios, es su gracia, la fe se aferra a la gracia de Dios, en la verdad de lo que hará por nosotros, si yo le creo y recibo la promesa, vivo creyendo en la promesa, y esa promesa se va haciendo realidad poco a poco, la bendición de la promesa de Dios para con Abraham fue firme, y es firme para todos los que se vayan acercando, es una palabra que sigue prometiendo que todos los que creen en Él tendrán la vida eterna de Dios, es una promesa firme para nosotros también.
Abraham creyó, cuando vivimos en la promesa descubrimos la gracia, que nos envuelve y aprendemos a vivir no en la ley, aunque la obedecemos, aprendemos a vivir en la increíble gracia de Dios que se extiende a todos los pueblos y naciones, estando allí hasta el día en que el vuelva.
Dios tiene el poder de llamar lo que no es como si fuese, lo que está disperso lo convierte en una transformación del Espíritu Santo, pero primeramente debemos creer, ¿Le crees a Dios? Créele a Dios y a la promesa que Él te va a dar. No te debilites al ver tu realidad, porque Dios te va a ayudar, Él va a meter su mano en la promesa que te ha dado.
Dudar es una situación craneal, tambalear es dejarse llevar por lo que escuchamos. Abraham no dudó, ni cayó en la incredulidad, se fortaleció en la fe, ¿Cómo? Alabando a Dios por todo lo que le había dado, por sus tierras, por su esposa, por toda la bondad que le había dado, le glorificó en todo lo que había hecho, y lo que habría de hacer, dándole gloria a Dios por lo hecho y lo prometido.
Camina tomado de su mano, porque Él es fiel y bueno, no niega su palabra sino que la afirma, y es cierta para las naciones y para ti también. El Señor nos da palabras prometedoras, pero nos da una palabra mayor que es increíble, si crees en aquel quien estuvo en una cruz colgando, muriendo en tu lugar, derramando su sangre para el perdón de tu pecado, y si le crees que se levantó de entre los muertos, que está sentado a la diestra del Padre, vendrá a ti con su Espíritu Santo y te salvará eternamente ¡Aleluya!
Pastor Samuel Olson
Culto dominical 28 de junio de 2015