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Domingo 26 de enero 2014

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HACED DISCÍPULOS

La vida del cristiano no es fácil, en nuestro transitar por este mundo, podemos encontrar problemas, dolor, confusión; sin embargo, es necesario proseguir a la meta y finalmente alcanzar el premio: la corona de justicia, y encontrarnos cara a cara con nuestro creador, para alabarlo y
adorarlo por siempre.

Mientras recorremos ese camino, recordemos que tenemos una misión, la que Jesús dejó a sus discípulos como instrucciones inmediatamente después de su resurrección. Les recordó que
estaban bajo su autoridad y que debían hacer más discípulos, bautizarlos y enseñarles que hay que obedecerle a Él. “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28: 18-19.

La gran misión es compartir el evangelio con otros, hablarles de la vida eterna y de la esperanza de vivir por siempre con Él. Cristo nos ha llamado a compartir las buenas nuevas con las personas que
nos rodean, con quienes vivimos, donde trabajamos o estudiamos, con nuestros amigos, en todas partes, acompañando nuestro decir con un comportamiento modelo, que exprese quiénes somos, que refleje a Dios en nosotros, como seguidores de Cristo.

Una vida que conlleve el formar cristianos, no puede ser improvisada, necesita un plan a seguir. ¿Ya usted tiene su plan de vida cristiana? Se ha preguntado qué es lo que quiere hacer, cómo vivir, cómo lograr esa meta. Quizás en las respuestas encuentre palabras que lo puedan confundir: placeres, dinero, posesiones, recreación… No se distraiga en ellas. Siga a la meta. Entienda en primer lugar, que ser cristiano es tener una vida de servicio.

Pablo no tuvo un apostolado fácil, permaneció 9 años en el desierto, hasta entender cuál era su plan de vida al servicio del Señor y cómo cumplirlo. Fue llamado por Dios, para que fuera apóstol de los gentiles, ministrando el evangelio, para serles ofrenda agradable,
santificada por el Espíritu Santo. “Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere. Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del
evangelio de Cristo” Romanos 15: 17-19.

Pablo recorrió toda África fundando iglesias, sistemáticamente, con el propósito de llevar a todas las ciudades el evangelio. Pablo se refería a terminar su trabajo en Corinto, desde donde escribió gran parte de su carta. Es probable que al  terminar lo que Dios deseaba que hiciera allí, pensara en llevar el evangelio a las nuevas tierras que se hallaban al oeste de Roma. Cuando llegó allí fue tomado
prisionero bajo arresto domiciliario. Luego fue liberado por un tiempo y usó esa oportunidad para ir a España a predicar las buenas nuevas. En el capítulo 15 de Romanos se enumera detalladamente el Plan de Vida de Pablo el cual ejecutó minuciosamente; era un hombre apasionado, entregado a la causa de Dios; ambicioso, en el sentido de crecer cada vez más en el conocimiento y servicio a Dios; perseverante, incansable, trabajando día y noche. Su motivación era predicar a los gentiles para que llegaran a los pies de Cristo, perfeccionarse como discípulo para llegar al cielo y ver a Dios cara a cara, y así obtener la corona de justicia, de gloria.

Si usted es apasionado y trabaja para alcanzar su meta, superará las dificultades. No se estanque en el mismo lugar, no desmaye, no tire la toalla. Prosiga a la meta, haga que todos cuanto le rodeen oigan la palabra de Dios, lo invito a preparar un plan para la vida eterna. ¿Qué quiere para usted, para sus hijos, para su familia? Escríbalo y téngalo consigo, cuando encuentre un obstáculo, léalo nuevamente y prosiga a la meta, porque Dios estará con usted todos los días.

Pastor Samuel Olson

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