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Boletín 30 de junio 2013

Tumb_30jun2013Somos cartas de Cristo

“¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros o  de recomendación de vosotros?

Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; Y es manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.” (2 Corintios 3:1-3)

En la segunda carta de Pablo a la iglesia de Corinto, está denunciando un grave problema de perversión de las verdades que él mismo les había enseñado. Esta iglesia se había vuelto para atrás, viviendo bajo la ley en lugar de vivir bajo la gracia del Señor.

Pablo tenía una fuerte y profunda relación con la iglesia de Corinto, él los amaba y se preocupaba por ellos, tanto que los llevaba grabados profundamente en su corazón. Pablo les había enseñado directamente, había forjado con ellos fuertes lazos de hermandad, así como una madre con sus hijos. Y además de eso, para Pablo, ellos eran cartas conocidas y leídas por toda la gente de la ciudad de Corinto.
Así mismo, los cristianos hoy día son misivas de vida conocidas por todos los hombres. Siendo esto así ¿Qué lee la gente en usted? Somos manifiestos que son cartas de Cristo. En nuestras vidas son pruebas de que somos obra del Espíritu Santo, somos pruebas de que el Espíritu Santo opera en la humanidad, somos prueba de una vida libre del pecado y de la maldad, vidas llenas, libres, buenas y con propósito.

Y en esta vida, vamos de gloria en gloria, de milagro en milagro. Usted es carta de Cristo. Una carta escrita en su corazón con el Espíritu del Dios vivo. Cuando Dios le dio la ley a Moisés en las tablas de la ley, las esculpió en grandes tablas de piedra. La ley de Moisés nos enseña aquellas cosas que no debemos hacer: no robar, no codiciar, no asesinar. Por eso cuando desobedezco, me siento mal, me siento vacío, muerto por dentro, porque la paga del pecado es muerte. Y  estando muertos necesitábamos algo más que reconocer nuestros errores, por eso Dios Padre envió a su Hijo
Jesucristo, para que por medio de Él y con la acción del Espíritu Santo, (para salvarnos, perdonarnos, restaurarnos y escribir en nuestros corazones la Ley de Dios). Por eso, aunque usted esté en el lugar más recóndito del mundo, usted puede abrir su corazón y hablar cara a cara con el Señor. “Esta confianza la tenemos mediante Cristo para con Dios.” (Vs. 4)

“No que estemos capacitados para hacer algo por nosotros mismos; al contrario, nuestra capacidad proviene de Dios, el cual asimismo nos capacitó para ser ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.” (Vs.5-6) Con esto Pablo decía que su competencia para predicar la Palabra no venía de su formación teológica sino de Cristo mismo.

Si se fijan bien, esa “eme” es minúscula, en griego ministro significa diaconía, un servidor, y, en este caso, un facilitador, un maestro de algo, un nuevo pacto. Por eso, un ministro, no es un título, sino un servicio al cuerpo de Cristo, una forma en la que Dios utiliza a las personas en este nuevo pacto. ¿Qué tipo de pacto es este? Pues, este es un pacto único y unilateral, porque es un acuerdo entre Dios y los hombres donde Dios lo pone todo. “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16)
Jesús hizo en la cruz lo necesario para nuestra salvación, por tanto, lo único que usted debe hacer es: creer. ¡Aleluya!

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