Boletín 23 de junio 2013
Olor fragante
“Por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fuerais entristecidos, sino para que supierais cuán grande es el amor que os tengo.” (2 Corintios 2:4) Este era el sentir de Pablo para con la iglesia de Corinto. “Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor, no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito. Por eso, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.”
(Vs.12-13) Hay momentos en que nuestros planes cambian.
Pablo es muy realista. Y él estaba actuando de manera normal, sin embargo no tenía paz por lo que estaba ocurriendo en Corinto. Póngase
en el lugar de Pablo, en el cual no tiene paz en su espíritu y debe cambiar de planes.
“Pero gracias a Dios, que nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y que por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su
conocimiento,” (vs.14) Cristo nos lleva al triunfo aunque estemos en la más adversa de las situaciones. Y aunque el enemigo nos ataque y vitupere, Dios siempre nos respalda.
Luego agrega: “porque para Dios somos grato olor de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden: para estos, ciertamente, olor de muerte para muerte, y para aquellos, olor de vida para vida. Y
para estas cosas, ¿quién es suficiente?” (Vs.15-16) ¿Quién
tiene la autoridad moral para indicar quién es olor fragante y quién no?
¿Quién puede dar la palabra del testimonio de Cristo con autoridad? ¿Quién tiene la autoridad para decir que sí crees en Cristo serás salvo? ¿Y Quién tiene la autoridad para decir que si rechazas a Cristo estarás perdido para la eternidad? ¿Quién se puede parar ante una persona y decirle que está en juego el destino de su vida?
Pablo está confrontando la situación de Corinto, a la cual estaba llegando gente que estaba sembrando el evangelio
adulterado. “pues no somos como muchos que se benefician falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.” (Vs.17)
Pablo no era vendedor de un evangelio barato. En la iglesia de Corinto se habían colado falsos apóstoles, obreros
mentirosos, adulterando el evangelio para confundir a la gente, abaratando la sangre preciosa de Cristo. ¿Tenían
estos falsos ministros la autoridad para ministrar a la iglesia? Pablo predicaba con sencillez y unicidad de Palabra,
y no era su propia idea, eran las ideas del mismo Dios, porque él sabía muy bien que algún día tendría que pararse
delante de Cristo y dar cuenta de toda palabra que salió de su boca, de su predicación. De la predicación de Pablo irradiaba vida eterna, perdón y justicia.
Las palabras de Pablo eran olor fragante olor de vida. ¿Predica y vive usted un evangelio que da esperanza y vida a los demás? Oración: Señor, en Cristo tengo paz y vida eterna, en Cristo tengo gozo, victoria, esperanza y perdón. Padre, te alabo y te bendigo, Padre quiero ir tras de Ti, cautivo por Ti, bendiciéndote y adorándote por siempre. Te doy gracias Señor.
Aleluya, amén.