Domingo 19 de enero 2014
¿SABE HACÍA DÓNDE VA SU VIDA?
El año nuevo trae consigo la intención de comenzar nuevos proyectos, de alcanzar las metas que deseamos; sin embargo, muchas veces no le dedicamos tiempo a concretar esos buenos propósitos. ¿Ha tomado tiempo para pensar en su futuro? ¿Sabe lo que quiere hacer los próximos 10, 15, 20 años? Una parte importante de la vida cristiana es saber a dónde queremos llegar. Algunos quisieran evadir los obstáculos, no padecer dolor alguno, no tener contratiempos. Sin embargo, la meta no está libre de problemas ni de escollos. El Apóstol Pablo nos recuerda en su carta a los Efesios 4:1-6 que Dios nos ha escogido para ser los representantes de Cristo en la tierra. A la luz de esta verdad, Pablo nos desafía a tener vidas dignas al llamado que hemos recibido, el maravilloso privilegio de ser propiedad de Cristo. Esto incluye ser humilde, gentil, paciente, comprensivo y pacificador. ¿Cómo cumple Ud. su papel como representante de Cristo?
En su carta a los Filipenses 3:12-13, Pablo nos dice que su meta era conocer a Cristo, ser como Él, y ser todo lo que Cristo pensaba en cuanto a Él. Esta meta ocupó toda su vida y todo su tiempo, con todas sus energías, lo cual constituye un gran ejemplo para nosotros. No debemos permitir que nada nos haga apartar nuestros ojos y deseos de la meta a alcanzar. Con la concentración de un atleta en entrenamiento, debemos dejar a un lado todo lo que nos perjudica y olvidarnos de las cosas que nos distraigan y aparten del principal objetivo, y como el deportista que ve el final de la meta, utilizar toda la energía que posea y estirarse, levantar los brazos y romper la cinta con el pecho. ¿A Ud. qué lo retiene, qué le impide alcanzar el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús?
Dios distribuye a cada persona talentos únicos. Todos sus dones son necesarios para completar su plan.
No todos corremos hacia la meta de la misma manera. Unos parten con gran entusiasmo, otros sortean los obstáculos o abandonan el camino, pero Pablo nos recuerda que debemos olvidar el pasado, dejarlo atrás, superarlo. Usted puede tener muchas metas logradas en su pasado, ser una gloria del ayer y quedarse allí, olvidando proseguir a la meta.
En Deuteronomio 33, podemos ver la diferencia que hay entre las bendiciones que Dios dio a cada tribu israelita. A una le dio la mejor tierra, a otra fortaleza, a otra seguridad. Muy a menudo vemos a alguien con una bendición particular y pensamos que Dios debe amarlo más que a otros. No es así, Dios distribuye a cada persona talentos únicos y todos estos dones son necesarios para completar su plan. Descubra sus dones y decida realizar las tareas para las cuales lo ha calificado Dios. Él es nuestro refugio, nuestra única seguridad verdadera. Cuántas veces confiamos nuestras vidas a otras cosas: quizá al dinero, a una profesión, a una causa social o a un sueño de toda la vida; pero nuestro único refugio es Dios eterno, el que siempre estira sus brazos para sostenernos cuando todo lo demás se tambalea. Aunque vengan las dificultades.
Dios no nos dejará, nos dará las fortalezas necesarias y aunque estemos en la noche más oscura, nos sacará adelante. Cuando se produzca un cambio importante en su vida, pregúntese: ¿Qué hay dentro de mi, con qué fuerzas enfrento este problema?
También como iglesia solemos enfrentar dificultades, en Isaías 43:12, leemos cómo Dios había asignado a Israel la tarea de ser testigo de Él, de decirle al mundo quién era Dios y lo que había hecho por su pueblo. Hoy en día, todos los cristianos tenemos la responsabilidad de ser voceros de su palabra. ¿Las personas que los rodean, su familia, pueden ver a Dios reflejado en su vida, en su comportamiento? Es importante contar con Ud. como parte de la Iglesia para que pueda bendecir a otros, a quienes ayudaríamos a seguir el camino y alcanzar la meta suprema.
Pastor Samuel Olson