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Domingo 29 septiembre 2013

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EMBAJADORES DE CRISTO

Un embajador es un representante oficial de un país en otro. Como creyentes, somos embajadores de Cristo, enviados al mundo con su mensaje de reconciliación y una responsabilidad muy importante, que debemos cumplir de manera comprometida, no superficial. Cuando confiamos en Cristo, hacemos un trato: nuestros pecados por su justificación.

Nuestro pecado fue vertido en Cristo cuando fue crucificado. A esto nos referimos los cristianos cuando hablamos del sacrificio de Cristo por el pecado. En el mundo se negocia cuando dos personas intercambias bienes de valor equivalente o relativamente iguales, pero Dios ofrece cambiar su justicia por nuestros pecados, algo de valor inmensurable, por algo que no vale nada.

El Apóstol Pablo llevó una vida de imitación de Cristo, fue un embajadoren nombre de Jesús. En la segunda carta a los Corintios 5:20, nos indica: “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros, os rogamos en nombre de Cristo: reconciliaos con Dios”. Cristo nos cubrió con su sangre, nos dio su poder para que no pecáramos. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. 2 Corintios 5:21. “Así, pues, nosotros como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable: he aquí ahora el día de salvación”.

Cuando Pablo predicaba la palabra de Dios, lo minimizaban, lo atacaban, pero él se mantenía firme al llamado que Dios le hizo en Cristo. “No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio  no sea vituperado; antes bien nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias”. 2 Corintios 6:3. Pablo pedía que lo imitaran a él, como él imitaba a Cristo.

Si somos creyentes, estamos siendo observados por todos, somos un modelo para los demás. Nuestras acciones las medimos en el espejo de Pablo, para transitar el camino que él marcó y no tener ninguna ocasión de tropiezo. Sólo con autoridad moral y espiritual, la palabra proclamada se integra a nuestra forma de vida. Somos diferentes desde el mismo momento que aceptamos a Cristo en nuestras vidas. Él nos cuida, no importando lo que el mundo  piense de nosotros.

Los cristianos no necesitamos ceder a la presión o a la opinión pública. Pablo se mantuvo fiel a Dios aún cuando la gente lo aclamaba, como cuando lo condenaba. Se mantuvo activo, gozoso y contento, aun en las situaciones más difíciles. No permitamos que las circunstancias o las expectativas de la gente nos controlen. Mantengámonos firmes delante de Dios y neguémonos a comprometer nuestras normas de vida.

Estamos en el señorío de Cristo, luchamos contra los demás poderes. No es fácil, enfrentamos una lucha difícil, al oponernos a toda la maldad; pero con amor, perdón, gracia vivimos en perseverancia, con paciencia. No nos rendimos., porque la vida en Cristo tiene esperanza. A Pablo lo azotaron siete veces, sin embargo, nos dice que ni “en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos,
en ayunos; en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero, en palabra de verdad; en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra; por honra y por deshonra, por mala fama y por buena fama; como engañadores,
pero veraces; como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo. 2 Corintios 6: 5 -10.

Los cristianos somos diferentes. Jesús nos cuida sin importar lo que el mundo piense de nosotros. Los cristianos no necesitamos ceder a la presión o a la opinión pública. Pablo se mantuvo fiel a Dios tanto cuando la gente lo aclamaba como cuando lo condenaba. Se mantuvo activo, gozoso y contento, aun en las situaciones más difíciles. No permitamos que las circunstancias o las expectativas de la gente nos controlen.

Mantengámonos firmes delante de Dios y neguémonos a comprometer sus normas de vida. No perdamos el gozo de la salvación. Tenemos el tesoro más grande de la vida: La Verdad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

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